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La comunidad autónoma andaluza ha declarado una semana de luto oficial, para honrar la memoria de quienes han perdido la vida por la pandemia (1.294 hasta ayer),
La imagen del presidente andaluz, consejeros, alcaldes y oposición, con Susana Diaz a la cabeza, arriando las banderas a media asta, mientras guardaban un minuto de silencio, constituía un fogonazo de luz en la oscuridad, la pena y el desconsuelo de los familiares de fallecidos.
Lo lógico habría sido que, con 26.000 muertos oficiales por el Covid-19, el gobierno central ya hubiera proclamado luto nacional.
Pero, hasta hoy, la estrategia ha sido tratar a los fallecidos como un número estadístico, a disminuir cada día, ignorar el duelo y negar la realidad como si los muertos se pudieran olvidar con los aplausos en las UCI o los balcones.
Por ello, el gesto de Andalucia tiene mayor trascendencia. Su presidente, Juanma Moreno, se adelanta como guía, faro y espejo donde debería mirarse el gobierno de España.
Tenía que ser el gobierno andaluz -anda, luz- quien iluminara con la luz de la dignidad humana (luto oficial) a una población inmersa en el desconcierto ante la crisis sanitaria y económica.
Entre las más de 25.000 personas fallecidas en España, una de ella ha sido el onubense, Amador Suárez, presidente de los armadores de pesca de España, quien ha muerto en San Sebastián, después de llevar 40 días en la UCI, luchando contra el coronavirus.
Ayer recibí este mensaje: “Pedro, ¡qué pena lo de Amador Suárez!. Las veces que he hablado con él siempre me pareció muy buena gente. Cuando se le pone cara a los fríos números de los muertos por el virus, la cosa es totalmente diferente...”
Lo mismo que viví el día que escuché por la televisión la noticia del fallecimiento del ilustre periodista, Miguel Ángel Calleja, acompañada de una fotografía del mismo.
A continuación informaron de la cifra fría de 442 muertos en España, en las últimas 24 horas, sin ninguna foto.
Por lo que tuve la sensación de que sólo había sido uno: Miguel A Calleja, y por quien me salió un ¡ay!, de profundo disgusto, pues conocía sus inmensos valores humanos, por ser el padrino de Mar (10 años) una linda niña onubense, hija y nieta de mis amigas Mariquinas.
Otro testimonio escuchado también en televisión fue la lectura del mensaje de un niño a su abuelo: “Te has ido con Dios y me has dejado sólo, cuando teníamos pendiente de hablar de muchas cosas, de contarme muchas historias...”
Termino, sin Andalucia no se entendería España. A lo largo de la historia siempre ha habido un andaluz iluminando los rincones más remotos del planeta.
En estos momentos de zozobras, por causa de la pandemia, el gesto del gobierno andaluz de honrar a los fallecidos y familiares, sirve para aportar algo de luz a quienes viven en la oscuridad por la ausencia de quienes más querían. ¡BUENOS DÍAS!