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“Es la Navidad. Niño, mira. Abre bien esa ventana. ¿No ves que el aire ha cambiado?. ¿No ves que todo está en calma...?”. Argentina comenzó cantando por bulerías: “Su primera Navidad”.
No había podido escoger otra letra más adecuada. Ella se asomó a la noche, temblando de compromiso, y vio como el aire de la tarde había cambiado. En el Gran Teatro de Huelva todo era paz, expectación y serenidad, con el cartel de “no hay entradas”, colocado en la puerta.
“Es la Navidad. La magia en el aire es la Navidad, el viento que viene de amor y de paz. Los sueños de un niño es la Navidad...” -cantaba Argentina-.
Detrás de ella, en pantalla, aparecía la imagen de un niño en brazos de mujeres vestidas de blanco iluminadas por diez rayos de luces rojas y azules mientras vertían el agua sobre su cabeza.
“Es tiempo de luz, de fe y esperanza - dice Argentina- es tiempo de luz, de darse la mano y brindar por la salud...”El concierto duró hora y media. Y se hizo corto. La cantante onubense estuvo sensacional.
El público no se cansaba de aplaudir y de exclamar: Olé!. ¡Olé!. ¡Guapa!. ¡Guapa!. Su registro de voz traspasaba las paredes del Teatro.
Argentina, interpretaba el clásico villancico “Blanca Navidad”, cuando, por sorpresa, recibió en sus manos la luz recién nacida: La luz del niño de sus entrañas. Su primer hijo, en “Su Primera Navidad”.
Su cara se le inundó de lágrimas. Cogió al niño, Miguel, lo acurrucó en su pecho (Imagen) y lo acarició como si fuera a acunarlo.
El niño, a pesar del ruido existentes en el fin de fiesta, se estaba quedando dormido, ajeno al baile emocionado de su padre, Luismi, y al canto de su madre, Argentina, quien le susurraba al oído: “Es la Navidad, hijo, mira, no te duermas...”.