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Cuando en America destruían las estatuas de Colón, en protesta contra el racismo, tras el asesinato del ciudadano afroamericano, Floyd, en Huelva, cuna de América, Pilar Miranda, presidenta del Puerto, decidía restaurar el Monumento a Colón (Punta del Sebo), abandonado, en ruina y cayéndose a pedazos.
El contraste de actitudes aumenta la figura de esta mujer para la historia de Huelva, al restaurar una de las señas de identidad de Huelva, abandonada a su suerte.
En el periodico, Huelva Información, del sábado pasado publicaban las imágenes del acto de inauguración del monumento restaurado, por primera vez, noventa años después de su construcción.
El viento fuerte de la mañana cubría el rostro a Pilar, cuando hablaba y expresaba sus sentimientos y amor por Huelva.
Porque, sin duda alguna, el gesto de “salvar el monumento”, cuando se caía a trozos, sólo se puede hacer cuando se lleva a Huelva en el alma, sin descanso. En el trabajo de cada día.
Pilar es una mujer fuerte, honesta, positiva, preparada, ejecutiva, leal, valiente, expresiva, cálida, sencilla, comprensiva, amable, fiable,,,
Una mujer para la historia de Huelva, como lo ha sido otra mujer, Gertrude V Witney, la escultora de la estatua a la Fe Descubridora, popularmente conocida por “el monumento a Colón de la Punta del Sebo”, seña de identidad de la ciudad en el mundo entero.
La propia escultora Witney, un día antes de su inauguración, explicaba con claridad la identidad del personaje: “He querido dar a mi monumento un carácter simbólico. No representa a Colón corporalmente.
Es la figura de un navegante, que mira con ojos visionarios hacia el Oeste, dirección donde debía mirar el descubridor, cuando presentía América”.
Sea quien sea, es un monumento conmemorativo de un hecho histórico, liderado por Colón, un genio visionario de los mares, y no de un genocida, como lo han considerado en los conflictos raciales.
Pilar Miranda (imagen ilustrativa) ha sido astuta y diligente para evitar que se pudiera perder una identidad histórica, símbolo esencial del papel de Huelva en el descubrimiento.
De esta manera seguirá siendo posible, desde la altura de los 37 metros del monumento, imaginar cómo sería el momento trascendental de la partida de las 3 carabelas, el 3 de agosto de 1492.
“¡Allá van...! Allá van las carabelas, por el agua donde se unen el Tinto y el Odiel, con la brisa de la mañana.
La Niña, la Pinta y la Santa María hinchan sus velas y se alejan buscando el mar y el cielo, empezando a soñar con descubrir un Nuevo Mundo”.
¡BUENOS DÍAS!