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El conocido cofrade onubense Manuel Jesús Rodriguez pronunció el Pregón de la Semana Santa de Huelva.
Lo inició con una invocación a la Virgen de la Cinta: “Cuando inicio esta plegaria / y los miedos me atajan el. Camino / rendido ante carencia tan precaria / subo hasta el Conquero, peregrino / implorando el perdón a mi arrogancia / y en tus manos confiarte mi destino.
La Virgen lo debió escuchar, porque, a pesar del estado de animo que uno puede cuando, unas horas antes, muere la madre de tu mujer, el pregonero estuvo magistral.
Fue muy brillante el Domingo de Ramos, con la Borriquita: “ Es y será, mientras viva, la memoria eterna de los míos. De las tardes eternas, siendo lazarillo y escudero, a la sombra de mi padre...Las manos de mi madre, siempre hilvanando puntadas hechas de oración...Las noches oliendo a cera y flor recién cortada, al amparo de los míos...”.
El lunes santo recordó, con emoción, el año en el se encontraba con su mujer viendo salir al Calvario, y Pilar esperaba el primer hijo. “Cuando de repente, como un chasquido, un dolor, que se desprende de lo más profundo de la vida...Un taxis nos llevó al Centro Sanitario.
Y en una fría sala de hospital, donde entramos implorando con el Señor del Calvario en los labios, un angelito ignorado partió en busca de tu mirada compasiva, sin esperar siquiera estrenar su cuna...
“Aquella noche imploré / por el alma no nacida: Hágase tu voluntad / que alcanza más que la mía... / Y te llevaste a mi niño / antes de ver su carita / Hoye te pido, como entonces / por todas las cofradías / por que rompan su silencio para defender la vida...
Manuel, hizo gala de una lírica deslumbrante al referirse a la Virgen del Amor, con la que se impregnó de la dulzura eterna de su cara:
“Déjame ofrecerte un verso, con menta y con albahaca.../ Que tu cara es aleluya / Una plegaria y un verso / Tu cara es piadosa estrella / Que tu cara es regocijo / de los cielos resplandor / Y me moriré invocando / hasta el último estertor /la devoción que te tengo / repitiendo este clamor: ¡No hay cara, como la cara, de mi Virgen del Amor!
Escribiría de todo el pregón, pero las líneas se me terminan. Me queda para unas pinceladas del final dedicado a la Virgen de la Esperanza, de la que dijo: “Porque sólo bajo el amparo de tu manto y el calor de tu mirar, nuestras penas encuentran la Esperanza”.
“Porque siempre, ayer y hoy, y como será mañana / Emperatriz marinera / Huelva encontrará la calma, solo en La Luz primorosa / que guarda tu fiel mirada / Bella flor de San Francisco / Dulce Bienaventuranza. ¡Huelva te invoca por Madre, y Reina de la Esperanza.
La última pleitesía literaria se la dedicó al Nazareno: “Permite, Señor de Huelva / que descerraje mi alma / para que soñando, en vela / enamorada se vaya / a aquel instante supremo / a aquella hora anhelada / en que te encuentra con Huelva / al filo de la mañana...
Y rompiendo sus costuras / desabrocha sus entrañas / para gritarle a la brisa / álgida de la mañana / que a Jesús el Nazareno / con su Santa Cruz cargada / lo proclama su Señor / cada nueva madrugada “. ¡BUENAS TARDES!