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Esta mañana me siento ante el ordenador a contarte dos reflexiónes nacidas de tres imágenes que ayer me impactaron mucho.
La primera fue la de la doctora, Irene Alfaro, con su rostro agotado, cubierto con una mascarilla, después de luchar, horas y horas, en la UCI por salvar la vida de los enfermos de Covid-19.
A pesar del cansancio, la médico Irene Alfaro, sacaba fuerzas de los rehaños del alma para transmitirnos lo siguiente: “Quiero compartir con vosotros este mensaje. Al margen de que, en esta crisis, a los médicos nos hayan lanzado a la arena como gladiadores a pelear con las fieras, sin armas (mascarillas ni equipos) sin posibilidad de defendernos.
Aparte de que no seamos héroes, ni mártires -decía- y lo que queremos es seguir vivos, con nuestra familia sana, como todo el mundo, es muy importante que sepáis que en España no se están haciendo los tests necesarios, especialmente a los ansítomáticos, o sea, quienes están por la calle sin síntomas, pero son vectores del virus...”.
La preocupación habita en muchos médicos y científicos y, esta mañana, debería estar presente en el Consejo de Ministros al aprobar el Plan de desescalada o vuelta a la nueva normalidad.
Un Plan , acusado de improvisación y, por ello, con el temor de los expertos a una recaída en el virus.
De ahí que a la vez que el gobierna apruebe el Plan deberá comprometerse a hacer los test, test, test masivos a la población que con tanta responsabilidad y disciplina llevamos 45 días en casa.
La segunda imagen impactante fue la de otra mujer, Verónica Casado, elegida el año pasado “la mejor médico del mundo” y, actualmente, Consejera de Sanidad de Castillo y León.
Pues bien cuando Verónica daba cuenta de la gestión ante el Covid-19, al llegar el momento de recordar a los sanitarios fallecidos dejó los papeles, se cubrió la cara y rompió a llorar desconsoladamente (Telediario).
Anteriormente a estas emocionantes imágenes, la presidenta de la comunidad madrileña, Diaz Ayuso, también vertía lagrimas por sus mejillas, en la misa de la catedral de Madrid. por los enfermos y fallecidos de la Pandemia.
¡Ojalá!, esta sinfonía de lagrimas de la mujer política, ante la vida y la muerte, les sirva a algunos políticos para aprender a llorar y llevar luto por los 23.000 muertos de la pandemia, por dignidad y solidaridad. ¡BUENOS DÍAS!