"El último beso"

por Pedro Rodríguez

Pedro Rodriguez

Pedro Rodríguez González

Publicado el - Actualizado

2 min lectura

Hoy pasamos la mitad del tiempo de confinamiento. Quién de nosotros podía pensar hace ocho días, que seriamos capaces de quedarnos en casa, de parar el reloj de nuestras vidas, ¿verdad?. 

Estábamos inmersos en una época donde no teníamos tiempo para nada. Vivíamos a una velocidad  vertiginosa. 

Cómo si el mundo se fuera a terminar mañana. Decíamos con naturalidad: ¡Me faltan horas...!, Aunque, a veces, no sabíamos para qué queríamos el tiempo. El hecho era que no dejábamos de correr. 

De pronto, en sólo una semana, nuestras  vidas se han parado. Y hemos cambiado la percepción del tiempo y de nuestras prioridades, de las que iremos hablando los próximos días.  

¿Te has dado cuenta que, de verdad, es ahora cuando le das valor al minuto que pasa, después de otro minuto. A ser consciente de lo monótona que es una hora cautivo en casa?. 

Tal vez, con la luz y el sol de la primaveral mañana del domingo, te preguntes con cierta ansiedad: ¿Quién marcará el fin a la cuarentena...?. 

Anoche, el Presidente estuvo una hora en la televisión y de eso no dijo ni medio palabra. Entonces, ¿para qué compareció?: “Anunció compras de mascarillas, respiradores...” Pero los sanitarios, que están al borde del estrés, no quieren escuchar: vamos..., sino realidades. 

No es momento de criticar, de buscar culpables, sino de estar todos unidos en la crisis, pues nos jugamos nuestra vida y el futuro. 

Guerra sin armas de fuego

 El general portavoz de la seguridad nacional manifestaba, el jueves pasado,  que estamos luchando en una contienda bélica  sin armas de fuego. Lo hacemos con las armas de la disciplina, del espíritu de sacrificio y, sobre todo, la de la moral de victoria. 

 A estas palabras respondo con la expresión: “AMÉN”, o !ASI SEA!. Con pleno asentimiento y obediencia al general. 

No debemos olvidar nuestro papel de soldados. Unos con bata blanca o verde: personal sanitario. Las Fuerzas Armadas y las públicas del Orden y la Seguridad, los productores y proveedores de los productos de primera necesidad, transportistas, barrenderos, cajeras, trabajadoras de dependencia, carteros y una larga lista de soldados...

A 45 millones de personas, soldados, nos han dicho “Quédate en Casa”. Consciente de que de nuestras acciones depende la suerte de uno y de los que nos rodean. La salud no tiene precio, y el que la arriesga es un necio ( irresponsables...).

Termino llevando en mi corazón a los mil trescientos fallecidos y a sus familiares, quienes  no sólo sufren el dolor de la perdida de su ser querido, sino el de no haber podido acompañarlos en el duro trance de la muerte, ni poderles dar el último beso. 

El traicionero virus cambia  nuestras vidas, tiempo y prioridades. Y a pesar de ello, un día más acudo a la banda sonora de la crisis: 

“Resistiré para seguir viviendo /Soportare'los golpes y jamás me rendiré /y aunque los sueños se rompan en pedazos. Resistiré, resistiré. ¡BUENAS TARDES!.

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