El primer viernes de marzo desafía al coronavirus
Hasta once imágenes se encuentran hoy expuestas en besapié
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Hoy es primer viernes de marzo. Una de las fechas marcadas a sangre en el calendario de todo cofrade y que espera como agua de mayo para adentrarse, ya sí, de lleno en la Cuaresma. Todo empieza a tomar forma para convertir el tiempo en una hermosa retahíla de estampas de la Pasión.
La de hoy es una jornada que vuelve a vertebrar la ciudad de onubenses que caminan de un apunta a otra buscando la imagen que los acoja y dé consuelo, besando el pie de la tradición heredada y rezando por las almas de todos los que habitamos en esta tierra.
Ni el coronavirus ni ningún elemento podrá acabar con la devoción de tantos siglos anclada en el corazón de Huelva. Por eso, hoy los templos se erigen como custodios de esa piedad popular que florece en días así para dejar constancia de la vigencia de ese carisma tan nuestro.
Y si no lo entienden, en la Concepción encontrarán respuesta a todo esto. Allí está el Nazareno, el único que desde hace más de cuatrocientos años ha sobrevivido a todo, una advocación con la que nadie ha podido y que hoy abraza a la ciudad de nuevo. Allí, las colas serán interminables, como interminables son sus favores y gracias a Huelva.
En la Mayor de San Pedro, otra herencia cultivada en la tradición más íntima. Allí el Cautivo, el que nos recuerda a otros tiempos y a otras formas del pasado, aguarda también las colas de esos devotos que siempre van a Él prestos a ser escuchados.
Cerca del Mercado del Carmen, el de toda la vida, donde todavía parece dibujar la mente otra Huelva, el Señor del Calvario espera tomando su Cruz, en un alarde de buen gusto, junto a los nuevos ángeles ceriferarios.
En la Hispanidad es día grande. Está su cautivo, al que se agarran todo el año, pisando el mismo suelo de sus vecinos. Hoy se siente el alborozo del Señor entre sus calles.
En el barrio del Carmen, el Señor del Prendimiento espera a los pies del Conquero el beso de una Huelva que se asoma allí para ver su imponente figura.
En el Huerto Paco, los onubenses ven el rostro de la Redención en un Nazareno que carga con la cruz de todos nuestros pecados.
A gloria suenan las campanas del Polvorín. Su Cautivo, el Señor de la Humildad, hoy nos llama a todos para alcanzar con un beso en su pie la Victoria.
En la catedral, los siglos se posan en el talla imponente del Cristo de las Cadenas que preside hoy sus naves para seguir viendo pasar la vida de Huelva.
Un viernes siempre especial donde encontranos con la historia, con la devoción y con la fe más auténtica.