ESPEOLOLOGÍA

Descubren un crustáceo sin catalogar en la malagueña Cueva de la Pileta de Benaoján

Lo ha hecho un equipo formado por investigadores jienenses, mallorquines y catalanes que han descrito un nuevo género y especie de crustáceo cavernícola

Antonio Agudo

Jaén - Publicado el - Actualizado

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La famosa Cueva de la Pileta de Benaoján (Málaga), una cavidad situada en la Sierra de Grazalema, conocida en todo el mundo por sus pinturas rupestres prehistóricas, ha añadido estos días un nuevo componente a su rico patrimonio, en este caso biológico.

Un equipo de naturalistas e investigadores formado por el espeleólogo jiennense Toni Pérez-Fernández, el entomólogo catalán Adrià Miralles y el naturalista mallorquín, Lluc Garcia, éste último especializado en el estudio de los crustáceos terrestres, ha dado a conocer a la comunidad científica el descubrimiento de un nuevo género y especie de crustáceo isópodo terrestre cavernícola, que ha sido bautizado con el nombre de Baeticoniscus bullonorum. La descripción fue publicada hace unos días por la prestigiosa revista científica Zootaxa, editada en Nueva Zelanda y de carácter internacional.

El trabajo es fruto de la colaboración entre sus autores. Desde hace años el Grupo Espeleológico de Villacarrillo (G.E.V.), dirigido por Toni Pérez está llevando a cabo un exhaustivo trabajo de exploración biológica en las cavidades de Andalucía, también en colaboración con Adrià Miralles, y el estudio de los crustáceos terrestres recolectados se ha encargado a Lluc Garcia, del Museo Balear de Ciencias Naturales (Mallorca). Esta colaboración ya ha supuesto la descripción de nuevas especies de este grupo biológico a las que seguirán otras que están en vías de preparación. En este caso el hallazgo se remonta a hace unos 15 años aunque los primeros ejemplares quedaron pendientes de identificación. Años después (2015) Toni Pérez y Adrià Miralles pudieron recolectar más ejemplares durante una exploración de la cavidad, fotografiarlos vivos y remitirlos para su estudio.

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Ha sido laborioso hasta conseguir establecer las correctas afinidades de este isópodo, para poderlo clasificar describir correctamente. Finalmente se ha tenido que instaurar un nuevo género para él, de momento monotípico, es decir que sólo se conoce por una única especie. Pertenece a la familia de los triconíscidos y a la subfamilia de los haploftalminos (Trichoniscidae Haplophthalminae, en su denominación técnica). Esta familia zoológica incluye actualmente cerca de un centenar de géneros y unas 600 especies. La mayoría de triconíscidos viven en ambientes epigeos húmedos y se encuentran, sobre todo, en cavidades subterráneas. Son de tamaño pequeño o muy pequeño, generalmente despigmentados y muchos de ellos, sin ojos. La nueva especie andaluza también es ciega y despigmentada, una característica habitual en los artrópodos troglobios que se encuentran en las cuevas ya que su hábitat es el medio subterráneo profundo. Los ejemplares miden unos 3.5 mm de largo.

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Baeticoniscus bullonorum presenta afinidades con otro representante del mismo grupo que vive en la misma Cueva de la Pileta y que también se conoce de otra cueva de Cádiz y de una de Gibraltar (Iberoniscus breuili). Pero también presenta afinidades con algunas especies encontradas únicamente en cavidades subterráneas de la región balcánica, de los Alpes orientales, en Italia, y de la región de Ática, en Grecia. Por lo tanto se trata también de un hallazgo de gran interés para entender la evolución de estas especies en Europa y su origen.

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La familia Bullón es la gestora de esta importante cavidad, conocida internacionalmente por su importante arte rupestre. Desde el descubrimiento a primeros del siglo XX, los integrantes de la familia Bullón siempre han querido dar a conocer al público en general, el fascinante mundo subterráneo de esta cavidad, teniendo prioridad la conservación de su valor histórico, así como de la fauna tanto vertebrada (murciélagos) como invertebrada (multitud de artrópodos) que viven en su interior. Esa labor de conservación y de investigación desde hace más de 100 años se ve patente a la hora de seguir descubriendo géneros y especies nuevas para la ciencia, como es el caso de este isópodo terrestre que lleva su nombre.