Ad líbitum, con Javier Pereda

Hoy: Beso

Redacción COPE Jaén

Jaén - Publicado el - Actualizado

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El beso de Luis Rubiales a la jugadora Jenni Hermoso en Sídney, está siendo objeto de un juicio en la Audiencia Nacional. Recordamos que estos hechos ocurrieron en agosto de 2023, durante la entrega de medallas a las jugadoras de la selección femenina de fútbol, que se proclamó campeona del mundo tras vencer a Inglaterra. Entre la euforia de esta inédita celebración, se entregaban las medallas a las jugadoras, quienes iban saludando en el palco de autoridades a la reina, la infanta Sofía y el presidente de la Federación de Fútbol. El presidente de la RFEF colocó la medalla a la goleadora y la saludó de forma efusiva, sujetando su cabeza con las manos y dándole un beso en los labios. Antes, este representante del fútbol español había gesticulado de forma chabacana, asiendo sus partes pudendas y llevando a hombros a otras jugadoras. Este “piquito” fue inicialmente motivo de bromas y jolgorio entre sus compañeras en el vestuario, pero tras recibir asesoramiento de sindicatos profesionales de fútbol nacional e internacional, presentó una querella en el juzgado, por un presunto delito de agresión sexual. Un caso diferente fue el sorpresivo beso televisado en directo, que dio la vuelta al planeta, que Iker Casillas le plantó a la reportera de “Tele 5”, Sara Carbonero, revelando así su relación, después de la victoria de la selección masculina el mundial de Sudáfrica 2010. Guarda mayor semejanza con el célebre beso robado más icónico de la historia, símbolo del final de la Segunda Guerra Mundial, en la plaza Time Square de Nueva York. El periodista Alfred Eisenstaedt reflejó el gesto espontáneo y efusivo de un marinero que besaba en la boca a una enfermera, el 14 de agosto de 1945, celebrando el fin de la guerra contra Japón. Con el tiempo, se descubrió que la mujer de la fotografía vestida de blanco era Edith Shain. Ella manifestó que, en ese momento, pensó que podía permitir que aquél marinero, Glenn Edward McDuffie, la besara, ya que aquel hombre había luchado por ella durante la guerra. Como en la canción del grupo musical Presuntos Implicados, desde entonces a ahora: “Ah, cómo hemos cambiado”. Pero cabe preguntarse si ha sido para mejor o para peor, si hoy somos más auténticos o más hipócritas. El Ministerio Fiscal califica estos hechos como constitutivos de un delito de agresión sexual, al entender que no hubo consentimiento de parte de la presunta víctima, por lo que solicita un año de prisión. Además, por el delito de coacciones pide una pena de un año y medio de prisión. Por este segundo delito están imputados el entonces entrenador, Albert Vilda, el responsable de la selección absoluta, Albert Luque, y el responsable de marketing, Rubén Rivera. El artículo 178.4 del Código Penal establece que, en atención a la menor entidad del hecho y a las circunstancias personales del culpable, las penas se aplicarán en su mitad inferior y que la prisión podrá ser sustituirse por una multa. En mi opinión, y a resultas de la valoración de todas las pruebas, el acusado evitará ingresar en prisión, si como parece la condena resulta ser inferior a 2 años de prisión. Con ello, en ningún caso pretendo exonerar la responsabilidad del imputado. La pena más efectiva es que personas así, sin la más elemental educación y compostura, incapaces de controlar sus impulsos, puedan presidir una institución de esta relevancia. Pero tampoco podemos ser ajenos al fariseísmo hipócrita que ha acompañado el cambio de orientación de los hechos. Lo que comenzó como motivo de diversión, ha terminado en un juicio en el Juzgado Central de lo Penal. Además, el actual Gobierno feminista ha tomado parte activa en el caso, alineándose con la corrección política de los movimientos feministas en auge, como “Me Too” (Yo también), impulsando la acusación en la Fiscalía, y dejando caer a quien fuera su protegido. La intervención del magistrado José Manuel Clemente Fernández-Prieto, con el Ministerio Público, la acusación, las defensas, imputados y testigos, sirve de orientación para realizar de forma correcta los interrogatorios a las partes. Ante esta dudosa acusación, existe la tentación de dictar una sentencia salomónica que contente a todas las partes. También el riesgo, como diría Cicerón, de aplicar el aforismo latino: “summum ius, summa iniuria” (sumo derecho, suma injusticia). Que se resuelva sin presiones, conforme a Derecho.