Jaén - Publicado el
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No estamos libres de la enfermedad y cuando ésta llega a nuestros hijos el sufrimiento es mayor, el dolor se multiplica. Esta última semana han sido una hija y un hijo de dos matrimonios muy queridos los que han pasado por el quirófano para curar dolencias graves. Lágrimas, emoción, preocupación, incertidumbre, han estado presentes en mis conversaciones con ellos, pero sobre todo el agradecimiento a los médicos, al personal sanitario, por el trato humano recibido, por el esfuerzo en el trabajo, por la implicación para salvar sus vidas. En ambos casos, en mitad del dolor, les fortalecía todo lo que estaban haciendo por ellos. Convivimos con quejas a la sanidad, pero cuando ante una situación grave la respuesta es excepcional, solo tenemos palabras de agradecimiento para quienes trabajan con vocación en ella. Valga este audio para reconocer esta grandeza humana. Los padres somos capaces de dar la vida por nuestros hijos, pero hay quienes no son sus padres y son capaces de poner lo mejor de sus vidas en ellos.
Miguel Lechuga Viedma