Jaén - Publicado el
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“Vivir, ¿para qué?” Es el título de un libro de Atilano Alaiz que leí cuando era joven y que siempre me ha acompañado en mis reflexiones. Ahora, con ya años cumplidos, me sigo cuestionando para qué vivo, porque la vida se me ha dado, el sentido se lo tengo que poner yo. Escribe este autor que “lo malo no es morir. Lo malo es dejar sólo detrás de sí un puñado de cenizas que estorban en un rincón de la tierra y un recuerdo amargo que estorba en el corazón de los hombres y unas semillas del mal esparcidas por los lugares en donde estuvimos. Esto es lo verdaderamente inquietante.” Lo peor que nos puede ocurrir es no ser útiles a los demás, que nuestra vida sirva para poco. Por ello, me suelo aplicar la frase de la madre Teresa de Calcuta: “el que no vive para servir, no sirve para vivir.” Me empeño en emplear mi vida en aquello que no se compra con dinero, que es lo más valioso: bondad, amor, calidez, buena voluntad, acogida, reconocimiento, servicio, amistad. No siempre lo consigo, pero es bello y apasionante.
Miguel Lechuga Viedma