Jaén - Publicado el
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Estaba en misa y al final, antes de la bendición, un grupo de niños se situaron delante del altar para unirse a la iniciativa de Manos Unidas “Enciende tu vela, enciende tu compromiso”. Todos tenían una vela de led, pero unas pocas no funcionaban bien. Me llamó la atención que una niña le ayudaba a otro niño más pequeño a encender su vela de led, pero no, no lo conseguía, por más que una y otra vez la agitaba y le daba pequeños toques, la vela no se encendía. Y, ¿qué ocurrió? La niña le dio su vela al niño, que funcionaba perfectamente, y ella se quedó con la del niño, lo hizo con toda la naturalidad del mundo. El niño sonrió y ella reflejaba en su cara satisfacción. ¿Se imaginan un mundo en el que todos deseamos lo mejor para los demás? ¿Se imaginan que en nuestro entorno más cercano primaran los buenos deseos para los otros? A esta niña la generosidad le brotó del corazón. Ante esta lección, le pido a Dios que me dé un corazón generoso y comprometido, porque, solo así podré entrar en el Reino de los cielos.
Miguel Lechuga Viedma