LAS DIVINAS PALABRAS DE ERNESTO MEDINA | 07 MAR 2025 |

Siempre se reían. Mis alumnos de segundo de bachiller, daba igual el año, siempre se reían cuando explicaba la etimología de la palabra latina “oculum”, ojo. Empezaban bien. “Don Ernesto, oculista, ocular…”. Algún intrépido se aventuraba con monóculo y binóculo. “Excelente. Ya tenéis los cultismos, las palabras en español que han evolucionado muy poco. Vamos con las patrimoniales, las que sí han sufrido cambios notables. La u postónica se pierde. Queda oclum y una posterior palatización del grupo cl en j da como resultado ojo. “Ah, qué fácil”. Proseguía con mis trucos de magia. “Los botones de la camisa no son nada sin ojales, ¿verdad? Se llaman así porque tienen forma de ojo. Ojeriza, ojeroso, anteojo, reojo, antojo y… ¡ojete!”. No fallaba. Risas a mansalva cual si niños pequeños dijeran pis, caca, culo. “La explicación es igual que ojal, por la forma”. Devolvía la clase a la seriedad con la explicación de que inocular, por ejemplo, una vacuna, era también por la semejanza de la incisión con un ojo. Pero en ojete siempre tenía que parar la clase.

El ministro Óscar Puente está mucho más granado en edad física que mis alumnos, pero le privan los mismos comentarios escatológicos. De manera que ha decidido rebautizar al periódico digital “The objective” con el mote “The ojete”. Lleva mal el ministro que en dicho periódico critiquen al PSOE Juan Luis Cebrián y el marteño Antonio Caño, antiguos directores de El País. También escriben en dicho medio notables intelectuales como Fernando Savater, Félix de Azúa o Luis Antonio de Villena, que en un pasado no muy lejano coincidieron ideológicamente con el ministro. Dejo al discernimiento de mis dilectos oyentes la resolución de la siguiente ecuación: ¿quién es quien ha cambiado y quién se mantiene fiel a sus principios?

Tengo para mí que lo que no tolera el ilustrado ministro son tamañas deslealtades, lo que viene a corroborar aquel viejo dicho de que no hay peor cuña que la de la propia madera. El poder y la crítica casan mal. Pero antes había una contención. Ahora, cuando cualquier “erudito” tiene las redes sociales a su libre disposición, proliferan los ciegos con pistola.

Cada cual es libre de leer el periódico de sus preferencias, pero de un ministro del gobierno de España se espera un poco más de lustre intelectual. Para reírse con caca, pis, culo, teta ya tenemos a los niños del jardín de infancia. Quizá sea que entre un párvulo y determinados ministros no hay tanta diferencia.

Palabras, divinas palabras