REPORTAJE
Así se ve y se oye la ciudad de Jaén en plena pandemia
Hemos recorrido el centro de la capital de Jaén y circulado por sus avenidas y plazas para descubrir un Jaén insólito, silencioso e inédito
Jaén - Publicado el
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La ciudad de Jaén durante el confinamiento ha cambiado de aspecto y de sonido. Sus populosas plazas y las avenidas repletas de tráfico rodado están ahora casi desiertas. Apenas algunos peatones con la ya obligada mascarilla, escasas furgonetas de reparto y pocos coches deambulan por una ciudad que vive de puertas hacia adentro. Todo eso se traducido en un cambio en el sonido y el rumor urbano que ha dejado paso al cantarín gorgoteo de las fuentes y el incesante trinar de los pájaros que se urgen en los nidos en a primavera recién nacida.
Te vamos a invitar a que nos acompañes a bordo de la cámara de vídeo que ha pilotado nuestro compañero César Carcelén para escuchar el Jaén más íntimo y cercano. La ciudad que dejan ver todos su matice sonoros y que antes se perdían en la cacofonía del tráfico, los cláxones, los chirridos de los frenos y el atronador tamborileo de los motores diesel de los autobuses que llegaban al centro y que ahora son escasos y raros por la obligada paralización a la que nos ha llevado el estado de alarma
También se que ha quedado mudo Jaén del clamor de los patios de recreo en los colegios de la ciudad. Ya no hay niños entrando o saliendo de clase. Tampoco los universitarios bajan y suben por Santa María del Valle o la rotonda de “Los Pavos”. Jaén es una ciudad silenciosa, pero no muda y eso es lo que queremos compartir contigo en la plaza de Santa María en la que el reloj de la catedral atrona a las palomas con sus campanadas a las horas justas. La plaza de Los Jardinillos sin el tráfago de gente yendo a Correos tampoco se oye o el tintineo de las vajillas de las cafeterías cerradas ni las conversaciones de los clientes. A cambio se cuelan conversaciones de los pisos cercanos, las advertencias de una madre a un niña que se aleja demasiado con el patinete o el revoloteo de las palomas y hasta el graznido de las grajillas baja rodando por la ladera del Cerro de Santa Catalina
Circulamos por el Gran Eje insólitamente fluido para el coche sin semáforos ni dobles filas ni peatones cruzando por la mediana. La Avenida de Madrid que apenas si parece cuesta arriba porque no hay que parar el coche detrás del inevitable bus urbano descargando a sus pasajeros en El Corte Inglés y un Paseo de la Estación en el que los semáforos apenas si sirven para dar descanso a los gorriones
Te invitamos a conocer esta Jaén casi muda pero no sorda y en la que si se pone atención se puede escuchar el latido de la esperanza de que las calles y las plazas se vuelvan a llenar de gente, de sus gentes.