Jaén, precaria y vieja

La inestabilidad en el empleo, debida al destacado peso del sector primario, y el envejecimiento de la población en el ámbito rural son dos de las características diferenciales de la exclusión social en la provincia de Jaén. Así lo puso de manifiesto Raúl Flores, sociólogo y miembro del equipo de estudios de Cáritas Española y de la Fundación FOESSA, en la presentación del Informe sobre Exclusión y Desarrollo Social en Andalucía.

El salón de actos de la Real Sociedad Económica de Amigos del País acogió el acto, organizado por Cáritas Diocesana de Jaén, en el que Flores desgranó los principales rasgos diferenciales de la comunidad andaluza. Según explicó, la estructura económica de la provincia jiennense, con un peso muy importante del sector primario y de los servicios, incrementa de manera considerable la inestabilidad en el empleo, lo que se traduce en precariedad y, por tanto, también en exclusión. “La economía está expuesta a los vaivenes de que haya una buena cosecha o no”, aseguró Flores.

También destacó como un elemento diferencial el progresivo envejecimiento de la población en el ámbito rural, lo que hace que las redes que sostienen a este sector se vayan perdiendo, así como que se vayan mermando sus posibilidades de atención. “Por ejemplo, es obvio que no se puede tener un hospital en cada municipio, pero a lo que nos referimos es a que se pierdan las posibilidades de acceso a la salud, bien porque la persona mayor carezca de quién lo lleve o porque no exista una estructura que se lo garantice”, puso como ejemplo Flores. A pesar de ello, destacó que todas las conclusiones del informe en Andalucía son extrapolables a la provincia de Jaén.

El sociólogo, que fue presentado por el director de Cáritas Diocesana de Jaén, Rafael López-Sidro, explicó que el VIII Informe FOESSA de España supone el cierre de un ciclo de análisis iniciado en los momentos previos a la crisis económica. En concreto, este último analiza el momento posterior a una recuperación económica constante de 4 años. “El VII Informe FOESSA hace un llamamiento a descubrir la realidad y a responsabilizarnos de ella. Hay una realidad al margen de nuestra cotidianidad que a veces no podemos ver. El informe acerca esa realidad. Hace un llamamiento a responsabilizarnos. Corremos el riesgo de estar caminando pensando que todo va bien y en realidad estar caminando por un descampado y acercarnos a un precipicio”, dijo a los asistentes. La situación actual entraña el riesgo de perder la cohesión social, lo que han dado en llamar “la gran desvinculación”.

Raúl Flores hizo mucho hincapié en diferenciar los conceptos de pobreza y exclusión social, en referencia a que el primer concepto se centra en el ámbito económico, mientras que el segundo va más allá, porque incluye otras muchas variables que pueden hacer que la persona sea desplazada del centro que debe ocupar en la sociedad. Insistió, por tanto, en que el informe analiza la exclusión motivada por ocho elementos: la pobreza, el empleo, la vivienda, la salud, la educación, el conflicto social, el aislamiento y la soledad, y la falta de participación política y social. Según este criterio, 1,5 millones de andaluces son personas que encuentran dificultades en estas dimensiones sociales y 700.000 se encuentran en exclusión social severa. “La exclusión social no solo es la falta dinero, sino la suma de varias situaciones. Es la acumulación de dificultades y la pérdida del centro de la sociedad”, explicó el sociólogo de Cáritas. Son 35 los indicadores utilizados para medir esas dimensiones. Hizo hincapié en el informe es fruto de un trabajo muy coral, colectivo y riguroso.

Exclusión severa

Raúl Flores realizó un repaso exhaustivo de las principales conclusiones del informe sobre Andalucía. Según puso de manifiesto, se ha producido un proceso de acumulación de dificultades en las personas que se encuentran en la parte más crítica de la exclusión severa. Si el 18,6% de la población se encuentra en situación de exclusión social, el 9,2%, unas 760.000 personas pertenecen al grupo de exclusión social severa. “Son el grupo con el que se ceban la desigualdad y la precariedad en sus diferentes formas. De ellos, más de 300.000, del 3,8% de la población, podrían calificarse como sociedad expulsada, pues han sido olvidados por la sociedad. Acumulan tantos problemas y dificultades que han sido descartados”, lamentó. Habló de un “enquistamiento de los casos de exclusión”, es decir, personas para los que el ascensor social se ha parado y tienen serias dificultades para salir de su situación. “Un problema es que lo vemos como algo normal e inevitable”, lamentó. Como aspecto positivo señaló que se han recuperado los niveles de integración previos a la crisis.

Flores describió un reparto de la exclusión en España que afecta al sur y al eje mediterráneo, con Canarias y Extremadura a la cabeza de la exclusión, seguidas por las comunidades que baña el Mediterráneo. Supone una diferencia con respecto a la habitual separación económica entre el norte y el sur, que se mantiene inalterable. En este punto de la presentación del informe, el sociólogo analizó algunas de las principales características en Andalucía de las ocho dimensiones analizadas en el informe. En el ámbito del desempleo, a pesar de la reducción progresiva, se considera como “una realidad persistente y ahora menos protegida” que, junto con la precariedad, manifestada en temporalidad, parcialidad e itinerarios cíclicos que alternan periodos cortos de empleo con otros de desempleo, generan trabajadores pobres y excluidos y limitan las posibilidades de integración de muchos colectivos. “La precariedad se ha convertido ya en una forma de vida de forma estructural en nuestra sociedad”, añadió. Aportó datos que certifican esta situación y subrayó que tener un empleo no garantiza salir de la pobreza y la exclusión.

Si queires consultar el informe completo aquí tienes el enlace https://caritas-web.s3.amazonaws.com/main-files/uploads/sites/16/2019/10/Andalucia-VIII-Informe-FOESSA.pdf