CUARESMA 2021

El Lignum Crucis de la S.I. Catedral preside el cartel oficial de la Semana Santa de Baeza 2021

Se trata de un cartel anunciador de la Semana Santa de Baeza según el evangelio de San Juan

El Lignum Crucis de la S.I. Catedral preside el cartel oficial de la Semana Santa de Baeza 2021

Redacción COPE Jaén

Jaén - Publicado el - Actualizado

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El auditorio de las ruinas de San Francisco de Asís, acogió en la mañana del primer domingo de Cuaresma la presentación del cartel oficial de la Semana Santa de Baeza 2021, obra del prestigioso fotógrafo y cofrade Juan García Cuevas.

En estos primeros días de Cuaresma, los cofrades de la ciudad se dieron cita para conocer la imagen anunciadora de la Semana de Dios de Baeza, siendo en el presente año una fotografía de bodegón. Este género, tanto fotográfico como pictórico utilizado a lo largo de la historia del arte, permitió al autor disponer de una serie de elementos alegóricos y significativos dentro de una composición e iluminación equilibrada. El hilo conductor que ha llevado a componer esta escena ha sido el evangelio de san Juan.

Así, podríamos decir que se trata de un cartel anunciador de la Semana Santa de Baeza según el evangelio de San Juan. Respecto a dicha composición, el autor la describió en sus palabras de presentación los elementos que aparecen en el mismo:

“El libro antiguo que aparece en la parte derecha de la escena representa la palabra, el principio y a Dios. “En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios.

Sin ella nada se hizo. Lo que se hizo en ella era la vida, y la vida era la luz de los hombres; y las tinieblas no la vencieron” (Jn 1, 1,3-5).

En el globo terráqueo está representado el príncipe de este mundo, Satanás, que se esconde tras los enemigos de Jesús. “En el mundo viviréis atribulados; pero tened buen ánimo: yo he vencido al mundo” (Jn 16, 33).

El cráneo es una expresión a la vanidad, a la fragilidad de la vida y brevedad de la existencia.

El cántaro por el contrario es una respuesta a ese desaliento. “Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed; pero el que beba del agua que yo le dé no tendrá sed jamás” (Jn 4, 13-14). El agua que da Cristo es pues, su palabra, su enseñanza llena de sabiduría divina.

El cristianismo es esencialmente una religión de amor. Con el recipiente lleno de uvas, granadas, naranjas, pan y bizcochos he querido aludir a la caridad, la fecundidad, la unidad de la comunidad cristiana y la prosperidad divina. La caridad es el fin por el que nacen las hermandades. Jesús amó a los pobres y enfermos. “Mucha gente le seguía, porque veían los signos que realizaba en los enfermos” (Jn 6, 2).

Los bizcochos son un pequeño guiño a la cofradía de “El Niño”, que cada tarde de Domingo de Resurrección, alegra y da vida a la ciudad.

El ornamento sagrado de la estola recuerda el importante regalo del sacramento de la penitencia, y que con su color morado simboliza la preparación espiritual a la Pascua.

Podría resumir esta obra en el cordero. Una tradición judía interpretaba la palabra “Pascua” en el sentido de “Paso”, con referencia al paso del Mar Rojo. Cristo (y nosotros con él) va a “pasar” de este mundo, cautivo del pecado, al Padre, la Tierra Prometida. Esta será la Pascua de Cristo, su pasión, que va a sustituir a la Pascua de los judíos. A Jesús se le dará muerte en el momento en que se inmolaban los corderos en el Templo, la víspera de la Pascua, él es el verdadero Cordero pascual.

Ha sido muy curioso tratar con un cordero; es manso y dócil, y Jesús también es así: humilde. Cristo tiene la vida en sí mismo, y nadie puede quitársela, la da libremente; de ahí esa serena majestad, esa plena libertad ante la muerte. “He ahí el cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Jn 1, 29).

Él representa también a la eucaristía: centro de nuestro ser como cristianos, donde se comunica a los fieles la vida que el Hijo recibe del Padre. “Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre” (Jn 6, 51).

El bello relicario que venera la cofradía de la Vera Cruz, y que ocupa el centro de la fotografía, guarda fragmentos de la Cruz donde fue crucificado Jesús, contiene junto a estos, otras reliquias de varios santos. Con él quiero referirme a la pasión del Señor y su retorno a la gloria divina. “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, allí queda, él solo; pero si muere, da mucho fruto” (Jn 12, 24).

Jesús se ofrece a la muerte para que se cumpla la obra que glorificará al Padre manifestando su amor por el mundo.

El elegante capirote que pertenece a la hermandad de “Las Escuelas” y la hermosa bocina de la cofradía de la Buena Muerte nos representa a nosotros, cristianos comprometidos; elementos que tiene su uso en la manifestación pública de fe de cada hermandad. “Aquel día pediréis en mi nombre, y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros, pues el Padre mismo os quiere, porque me queréis a mí y creéis que salí de Dios” (Jn 16, 26-27).

Como último elemento, el signo por excelencia de la resurrección, la luz. La luz de este cirio es símbolo de la vida, la felicidad y la alegría; las tinieblas, símbolo de la muerte, la desgracia y las lágrimas. A las tinieblas del cautiverio se contrapone, pues, la luz de la liberación y de la salvación mesiánica. El dualismo luz-tinieblas viene a caracterizar los dos mundos opuestos del Bien y del Mal.

La imagen final se ha enmarcado en un fondo de color gris que hace resaltar los elementos del bodegón. En la parte inferior, el marco se ensancha en forma de faldón y acoge el texto de manera clara y sencilla.

Me gustaría que esta obra nos acercase más a Dios, en mi caso, ha sido todo un reto profesional y, lo está siendo también en lo personal”.

Con este deseo, García Cuevas culminó su presentación, sumando así otro cartel a su destacado currículum, entre los que también destacan: