SEMANA SANTA EN JAÉN
Domingo de Ramos sin procesión pero con fervor para celebrar el misterio de la Pasión
El Obispo de Jaén, Don Amadeo Rodríguez Magro presidía la solemne Eucaristía del domingo de Ramos en la Catedral de Jaén
Jaén - Publicado el - Actualizado
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El Obispo de Jaén, Don Amadeo Rodríguez Magro presidía en la mañana de ayer la solemne Eucaristía del domingo de Ramos en la Catedral de Jaén.
Este año, y debido a las normas frente a la COVID-19 impuestas por la Diócesis, se ha eliminado la tradicional procesión de las palmas que se inicia en el Sagrario y concluye en el altar mayor del primer Templo de Jaén.
Sin embargo, en un pequeño altar creado exprofeso a las puertas de las Sacristía catedralicia, sí que se ha iniciaba la liturgia con la lectura del pasaje de la Entrada Triunfal de Jesús en Jerusalén y el Obispo bendecía algunas palmas y los ramos de olivo que portaban algunos feligreses.
Después, ya en el presbiterio, se celebraba la Misa del Domingo de Ramos con la proclamación del Evangelio de la Pasión según San Marcos, que leyeron el diácono y los seminaristas.
Homilía
Don Amadeo comenzaba sus palabras recordando esa confesión de fe, “Bendito el que viene en el nombre del Señor”, la frase que escuchaba Jesús a su entrada a lomos de un pollino en Jerusalén, pocos días antes de su pasión y su muerte en la cruz.
A continuación, el Prelado desgranaba la lectura de la Pasión. Comenzaba explicando que “la muerte de Cristo, como ÉL mismo no ha hecho ver en la Santa Cena, cobra el sentido más profundo de su encarnación redentora que es hacer la voluntad de su Padre”.
El Obispo jiennense ha recordaba los momentos más relevantes de esa noche, como la Santa Cena, la Oración en el Huerto, explicando el sentido teológico de los mismos. “El destino de Jesús era morir para dar vida, para dar vida al mundo”.
Para concluir, Don Amadeo pedía a los feligreses, “confesemos que Jesús es el Hijo de Dios, que viene a darnos vida eterna, a darnos su salvación”.
a celebración se desarrolló con la solemnidad que marca el inicio de la Semana Santa, el tiempo para renovar la fe y vivir, al lado de Cristo, su pasión, muerte y resurrección. Este año, al contrario que el pasado, había un numeroso grupo de fieles en el Templo, cuando el pasado 2020, en pleno confinamiento, las celebraciones tuvieron que realizarse a puerta cerrada y sin feligreses.