CRISIS AFGANISTÁN
Así fue la huida de una española de Kabul: "La vida se estaba volviendo insoportable"
Marta Gámez ha estado durante seis años trabajando en la base de la OTAN en Kabul
Málaga - Publicado el - Actualizado
5 min lectura
En el último mes estamos asistiendo con horror a las noticias que nos llegan desde Afanistán. Desde que el gobierno talibán se alzara de nuevo con el poder, no han dejado de llegarnos noticias impactantes del país asiático. Miles de personas se han visto obligadas a abandonar el país por miedo a represalias del nuevo poder establecido.
Una de las personas que se ha visto obligada a abandonar el país y su trabajo es Marta Gámez, una malagueña de 44 años. Durante los últimos seis años ha trabajado en el aeropuerto de Kabul, concretamente, ella y su marido han estado destinados en la base de aérea de la OTAN. Prácticamente, de un día para otro, ambos tuvieron que salir del país con la maleta sin hacer.
Antes de emprender una nueva aventura laboral en Kabul, Marta, trabajaba en el aeropuerto de Málaga. Sin embargo, le surge la oportunidad de entrar a trabajar en la base aérea de la OTAN en Afganistán, donde entra a formar parte del grupo de operaciones aéreas. Su labor era hacer documentos de seguridad, planes de vuelos, el ip del aeropuerto, en definitiva, todo lo relacionado con la información aeronáutica.
UNA VIDA NUEVA EN KABUL
La vida que Marta Gámez se encontró en Kabul no tiene nada que ver con la que vivía en Málaga : “En 2013 si se podía salir, y se podía hacer una vida más normal. Yo nunca salía, para tomarme un espeto y unas cervezas espero a venirme a Málaga. No tenía ninguna necesidad de poner mi vida en peligro. A raíz de un ataque muy fuerte se prohibió a todo el personal de la base a salir, alguno se aventuraba, pero no era lo normal”
A pesar del giro que dio su vida, su adaptación a las condiciones del país no se habían visto resentidas: “Kabul se había convertido en la normalidad, era mi zona de confort, antiguamente, ante del COVID, la vida era más llevadera. Veníamos cada tres meses, se hacían más actividades dentro de la base, se bailaba salsa, había bares sin alcohol, porque esta base se denomina base seca. Hacíamos actividades deportivas, íbamos al gimnasio. Se hacían concursos. Después del COVID se cerró todo y todo era dentro del cuarto. La vida se estaba volviendo insoportable, se convirtió para mí en una cárcel”
GOBIERNO DERROCADO
Tras seis años en la zona, Marta es una voz autorizada para dar su opinión de como se ha desarrollado esta crisis y las consecuencias que conllevan: “Conozco Afganistán y sabía que el talibán iba a llegar al poder, eso era incuestionable. La gran sorpresa es que el gobierno de Ghani no haya querido luchar por su país con los medios y el personal que tiene y que ha sido entrenado por la OTAN durante más de 20 años. A partir de ahí la otra gran sorpresa en la crisis que se ha desencadenado, que el pueblo afgano se meta en la base militar eso no entraba en la cabeza de nadie”.
Las televisiones de todo el mundo transmitían imágenes a diario de miles de personas tratando de salir de Afganistán. El miedo, tras la toma de Kabul por parte de los talibanes sembró el miedo y el caos. Las imágenes de afganos en las pistas del aeropuerto de Kabul han sido impactantes: “El aeropuerto de Kabul se puede comparar con el aeropuerto de Málaga, a un lado está la zona civil y a otro lado de la pista está la zona militar. Por supuesto, que la zona militar es casi inexpugnable, y sobretodo después que llegaran miles de militares de Estados Unidos.. La gente con dinero estaba intentando salir del país antes de que la zona fuera tomada por los talibanes. Sin embargo, a principios de agosto corrió un rumor de que todos los afganos que llegaran al aeropuerto, les darían una visa, los montarían en un avión hacia Estados Unidos para comenzar una vida occidental. Entonces empezó a acumularse gente en la puerta y para entrar por la parte de la zona civil. A partir de ahí, los trabajadores de la zona civil decidieron marcharse ante la avalancha de personas dejó las puertas abiertas y por ahí entraba todo el que quería”, explica Marta que vivió esas situaciones en primera persona.
Aunque lo más normal hubiera sido entrar en pánico, la malagueña explica que: “Más que miedo he tenido preocupación. Cuando una trabaja en una base militar llega a acostrumbrarse al sonido de las alarmas. Estaban sucediendo cosas demasiado rápidas y sin control. Aquello se convitió en un caos y yo pensaba ¿qué va pasar mañana? En una base militar estamos muy seguros. En la base hay sistemas antiaéreos, un montón de seguridad, cámaras... se reforzó muha la seguridad. Los soldados no podían disparar a la gente que entraba, era mujeres, niños, personas de toda condición. Entonces el pensamiento era si iban a entrar en la base, si iban a dejarnos sin comida. El miedo también era que si entrara un talibán, que no debería, y se va a explotar en medio de la cantina”.
HUIDA DE KABUL
Afortunadamente Marta y su marido, de nacionalidad portuguesa, pudieron salir sanos y salvos de Kabul: “La embajada española en Kabul ha tenido un comportamiento espectacular. Trataron a mi marido como si fuera español y todo estaba organizado para que nos fuésemos en un avión español. Agradezco a Don Gabriel Ferrán y a Doña Paula Sánchez y todo el equipo de seguridad por tenerlo todo organizado para que regresáramos en el primer avión. Finalmente no me pude venir en el avión español por mandato de mi empresa porque no podía dejar a nadie atrás. Los españoles decidieron esperarse a sacar a los afganos, y me tuve que venir en un avión americano, un C17, un avión de carga”.
Marta Gámez ya está en casa, la experiencia vivida en estos seis años no la va olvidar nunca, mientras espera que las personas atrapadas en Kabul puedan salir y volver a iniciar una nueva vida como ella hará a partir de ahora.
También te puede interesar:
Así es la carta de amor de un soldado a su novia escrita en 1974 y que apareció en Málaga