El coordinador del rescate de Julen: "Si esta tragedia volviera a ocurrir hoy, lo haríamos todo igual"
Ángel García Vidal, el ingeniero al frente del dispositivo de rescate de Julen, recuerda en La Noche de Arjona como vivieron aquellos días contrarreloj
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Eran las cuatro de la tarde del domingo 13 de enero de 2019, un día normal en la vida del ingeniero Ángel García Vidal hasta que sonó su teléfono móvil. Jamás imaginó que al contestar esa llamada su vida cambiaría para siempre. Al otro lado de la línea se encontraba un agente de la Guardia Civil que le pidió que acudiera a una finca situada en el término municipal de Totalán. En esa llamada el agente le expuso lo que había ocurrido y Ángel no lo dudó. Nunca se le habría pasado por la cabeza que durante los siguientes trece días esa finca sería su casa y el lugar donde viviría el mayor reto de su vida. El objetivo era rescatar a un pequeño de dos años llamado Julen que había caído a un pozo de más de 70 metros de profundidad.
DIFICULTADES DESDE EL PRIMER MOMENTO
Nadie podía explicarse como el pequeño de dos años podía haberse deslizado a tanta profundidad por aquel pozo de menos de 25 centímetros de diámetro. Lo cierto es que esa era la gran dificultad; su diámetro. Usando distintas tecnologías y herramientas se pudo ver el fondo. Allí sólo había tierra y ningún rastro del pequeño. A partir de ahí, todas las teorías se centraron en que bajo aquel tapón de tierra estaba el pequeño Julen. La pregunta más repetida era ¿cómo ha podido deslizarse el pequeño hasta esa profundidad a través de un pozo tan estrecho? Ángel García Vidal asegura en La Noche de Arjona que el niño no cayó a plomo "el niño se fue deslizando poco a poco".
INCERTIDUMBRE
Otra de de las grandes dificultades residía en el desconocimiento de si Julen estaba vivo o muerto "no es lo mismo ejecutar un rescate teniendo la certeza absoluta de si la persona está viva o está muerta, serían dos maneras muy distintas de actuar ", afirma Ángel García Vidal, quien asegura que a día de hoy siguen estando tranquilos "las decisiones que se tomaron en ese momento fueron las correctas". Lo cierto es que había muchos condicionantes que marcaban cada paso que se daba "no sabíamos qué dimensiones tenía el tapón que había sobre el pequeño y desconocíamos las condiciones geológicas y geotécnicas del terreno. Todos queríamos llegar hasta Julen en el menor tiempo posible".
LA DECISIÓN
Teniendo en cuenta todos los condicionantes, se tomó la decisión de rebajar terreno de forma paralela hasta una cota determinada desde la que se excavaría un tunel paralelo al pozo de Julen. Ese tunel vertical se encamisó con unos tubos de acero que impidieran desprendimientos y, por tanto, se ofreciera un camino relativamente seguro a los mineros que debían bajar por él hasta una profundidad que los situara en paralelo al punto donde se creía que estaría el pequeño Julen. Un vez alcanzado ese punto, los mineros llegados desde Asturias debían excavar a mano un túnel horizontal para poder llegar hasta el pequeño. Ángel García Vidal, el coordinador del rescate, ya sólo podía esperar.
EL PEOR DESENLACE
Era la una y veinticinco minutos de sábado 26 de enero cuando los equipos de rescate localizaron sin vida el cuerpo de Julen. El desenlace fue el peor de todos.