Un perro ataca a todo el que se le acerca hasta que sucede lo inesperado

El adiestrador canino Adrián Romero cuenta como consiguió que este dogo argentino dejara que se acercase a él mientras comía

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

El protagonista de esta historia es Garm, un dogo argentino que no permitía que nadie tocara su cuenco una vez terminado de comer. Es una reacción puramente instintiva. El perro había aprendido a proteger lo que consideraba suyo y no sólo eso, también  el espacio donde el comía. 

LA RAZA

Antes de contarte la historia de Garm, conozcamos un poco más sobre esta raza:

El dogo argentino es una raza perfeccionada por el doctor Antonio Nores, quién lo definió de la siguiente manera: “El mejor perro entre todos los perros de presa y el de más presa entre todos los perros del mundo”.

Este perro puede llegar a pesar hasta 50 kilos y su cabeza es grande con cráneo macizo. Hocico ligeramente cóncavo, con labios finos que al morder y atrapar a la presa le permiten seguir respirando sin soltar.

Un perro ataca a todo el que se le acerca hasta que sucede lo inesperado

EL CASO

Aunque nuestro protagonista tiene un aspecto imponente, es un perro sociable, cariñoso y se lleva bien con otros de su especie, no dejaba que nadie tocara lo que es suyo. No solo protegía su comida, también sus espacios.  Su dueña se llama Lucía, y tras sufrir un accidente que le impedía sacarlo a pasear y a correr, contactó con Adrián Navarro, propietario de la escuela de adiestramiento canino Lopecán para que se hiciera cargo de él durante un tiempo.

 Ya en casa, Adrián comprobó que el perro era muy posesivo con la comida “cuando le daba de comer, no podía entrar de nuevo en el recinto en el que tenía al perro. Protegía hasta el cuenco sin pienso”.  Fue entonces cuando Adrián se puso manos a la obra y puso en marcha una estrategia de trabajo con el claro objetivo de poder acercarse a él para cambiarle los cuencos sin que esté gruñera.

FASE UNO

El plan que puso en marcha consistió en premiar al perro cada vez que lo dejaba entrar en el recinto para cambiarle el cuenco, así se daría cuenta de que su presencia significaba un premio “tenía que hacerle ver que si me dejaba entrar sin problemas, yo le daba algo más rico”. Adrián comenzó dándole una salchicha, algo que le sirvió para poder acercarse a Garm “le ponía el plato con pienso y en vez de irme, me quedaba junto a él a esperar que terminara, y cuando había acabado de comer lo llamaba y le daba la salchicha”. Con esa técnica Adrián consiguió que el perro no le gruñera dándole algo más.

Un perro ataca a todo el que se le acerca hasta que sucede lo inesperado

FASE DOS

Una vez puesta en marcha la técnica con salchicha, Adrían desarrolló otro plan consistente en ponerle al perro un plato con pienso. Después, uno con pienso y pan. Luego otro con pienso, pan y salchicha. Por último le ponía un cuenco con pienso, pan, salchicha y una lata de comida para perros. De esta manera Adrián consiguió que el perro no le gruñera cada vez invadía su espacio “entendió que era más importante lo que yo le ofrecía que es territorio y el cuenco que trataba de defender con los gruñidos”.

Con esta técnica, Adrián consiguió que Garm le permitiera moverse por todo el espacio sin problemas.

CASOS HABITUALES

Según indica Adrián Romero, la conducta de Garm es habitual en perros que han salido de protectoras de animales por el modo en el que se distribuye en esos recintos la comida o en perros que no han sido acostumbrados desde pequeños a interactuar con su dueño en el momento de la comida “en estos casos es muy complicado que después las haya”, señala Adrián.

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