ADIESTRAMIENTO

Un perro de agua muy gruñón odiaba las visitas hasta que lo convencen con esta curiosa técnica

Tras una terapia basada en largos paseos con amigos y la socialización incluso con desconocidos, Dinky se ha convertido en una adorable mascota 

Carmen Cerbán

Málaga - Publicado el - Actualizado

5 min lectura

Dinky es un perro de agua que llegó al hogar de sus dueños tras pasar mucho tiempo encerrado en una jaula en el campo. Aquella forma de vivir, y las duras situaciones a las que probablemente se tuvo que enfrentar durante aquel tiempo, hicieron de él un perro muy poco sociable, cuya falta de interés por relacionarse era realmente grave.

Sus nuevos dueños fueron su salvación y con ellos estableció “una relación de confianza muy fuerte, pero no aceptaba al resto”, como explica el adiestrador Adrián Navarro, que pudo comprobar en primera persona la aversión que Dinky tuviera ante cualquiera que acudiera a su casa.

SUS DUEÑOS NO PODÍAN RECIBIR VISITAS

Sus dueños estaban desesperados porque “habían llegado a un punto que no podían recibir ningún tipo de visita: el perro o se ponía a ladrar de modo amenazante en la puerta y no dejaba que entraran; o si la gente le echaba valor y entraba a la casa, no dejaba de ladrar hasta que se iban”.

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Además, no ladraba guardando una distancia de seguridad como suele ocurrir… el caso de Dinky era distinto: “Ladraba en los pies, invadía el espacio, me dio un “besito con dientes” el primer día e indagando sobre de dónde procedía, lo entendí todo”, relata Adrián Navarro en COPE Málaga. Y así comenzó el duro trabajo del adiestrador, fundador de Adiestramiento Canino LOPECAN.

Tras una primera toma de contacto, comenzó el trabajo del adiestrador en una segunda sesión en la que estableció unas pautas que sus dueños debían seguir. Y a partir de la tercera sesión es cuando comenzó el trabajo duro, en un caso especialmente “complicado” como este.

UN GRAN PASEO ANTES DE QUE LA VISITA SUBIERA A CASA

“En el caso de Dinky, les pedí que orientaran su hora de alimentación al horario de clase que íbamos a tener, en vez de tener el cuenco puesto todo el día”, comenta el fundador de LOPECAN. De esta forma, la hora de comer sería a las 21.00 horas y de esta forma sería “la hora en la que más apetito iba a tener”.

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Además de eso, antes de que el adiestrador llegara, sus dueños tenían que darle “un paseo muy grande, para que se cansara a nivel físico” y durante ese paseo, recogían a Adrián para ir todos juntos a casa para empezar con la sesión de adiestramiento.

UNA CHUCHE CADA VEZ QUE DEJA DE LADRAR

“Al llegar a la casa, empezó a ladrarme”, cuenta Adrián Navarro, que recurrió a la técnica de la recompensa: le daba una chuchería cuando se callaba y se estaba quieto… “cada vez que se callaba, chuche”. Y de esta forma, Dinky “pasó de estar alerta a estar pendiente para conseguir su recompensa”.

A medida que el perro de agua comenzó a establecer una relación de confianza con su adiestrador, cambió el planteamiento del adiestramiento: ahora el objetivo era ampliar esa confianza a otras personas. ¿Y cuáles eran las pautas a seguir? El consejo de Adrián Navarro fue que, cada vez que fueran a recibir una visita, “tenían que quedar fuera, ir a pasear” y que, una vez en casa, la visita le diera alguna recompensa que no recibiera nunca –como salchichas o pollo cocido- para que asociara esa recompensa a las visitas.

SALIR DE LA ZONA DE CONFORT: PASEOS EN LA CALLE

El siguiente paso en el proceso sería socializar con otras personas fuera de casa… fuera de su zona de confort. Para ello, la recomendación de Adrián Navarro fue que salieran a caminar por paseos marítimos, para que Dinky viera mucha gente y si algún desconocido les paraba para ver a un perro tan bonito como él, que esa persona “no lo tocara, pero sí le diera alguna chuche para que viera que las personas somos agradables y no tiene por qué rechazarlas”.

Con la puesta en práctica de todas estas pautas, los dueños de Dinky llegaron a un punto “de poder tener visitas, pero no estaban cómodos porque mientras las personas estaban en la casa, el perro seguía estando en tensión”.

Por eso, a pesar de que el perro pasó de no tener contacto a ver a mucha gente y que ya no rechazaba a las personas como antes, “el siguiente paso era que las cosas positivas aparecieran dentro de la casa”, para que al llegar una visita, Dinky se relajara. Para ello, la técnica sería quedar con esas personas para dar un paseo y después subir a casa. Cuando cogiera confianza con esas dos personas, hacer lo mismo con otras dos más, y así progresivamente.

HOY DINKY ES UN PERRO DE AGUA MUY JUGUETÓN

Y el resultado no pudo ser mejor. Según su adiestrador, “a día de hoy, Dinky es muy juguetón, acepta a cualquier persona en su casa… sus dueños han pasado de no tener visitas a poder compartir el animal con todo el mundo, es un señor peluche”.

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Para este tipo de proceso de adiestramiento, el fundador de LOPECAN insiste en que “trabajar la obediencia ayuda mucho porque cuando Dinky aprendió a sentarse ante una orden, cambió mucho” su actitud cuando un desconocido se le acercaba durante un paseo en la calle o cuando las visitas iban directamente a su casa, sin dar un paseo previo.

“El hecho que se sentara y se estuviera quieto (que es una parte de la obediencia) influyó en el acercamiento”, dice Navarro. “No nos olvidemos de lo importante que es educar a nuestros perros porque gracias a la educación podemos conseguir objetivos de una manera mucho más fácil”.

“Si antes de empezar a trabajar, Dinky ya hubiera estado educado en obediencia, el camino habría sido más fácil”. Afortunadamente, y después de un concienzudo adiestramiento, el perro de agua Dinky ha pasado de ser un animal muy gruñón a un perro adorable.

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