MASCOTAS
La historia de Opi, el podenco que no dejaba que nadie se le acercara y que ahora busca dueño
Madrid - Publicado el
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En Andalucía contamos con una de las mayores tasas de abandono de perros podencos de todo el país. Un fenómeno que, en parte, responde al gran número de aficionados a la caza que cuentan con muchos perros de esta raza para desarrollar su afición. Desgraciadamente, aquellos que no sirven para esta tarea, simplemente son abandonados por sus dueños.
Es el caso de tres podencos llamados Candela, Lucía y Opi. Las dos primeras son madre e hija, y Opi, es macho y también cachorro de Candela. Candela y Lucía se adaptaron relativamente bien a su nueva vida pero en el caso del cachorro, de Opi, ha sido necesario un trabajo previo de adaptación al ser humano de seis meses “un tiempo durante el que no hemos podido ni tocarlos. Cuando nos acercábamos a él, enseñaba los dientes”, asegura Adrián Navarro, fundador de Adiestramiento Canino Lopecan. Según el experto, esta situación normalmente se debe a que no ha tenido relación con el ser humano o sí la ha tenido y no ha sido buena “tenía un miedo feroz a las personas”, asegura.
PLAN DE RECUPERACIÓN
El podenco ha pasado meses en el refugio Podencos y Más sin poder salir del espacio donde se encontraba “para lo único que hemos podido entrar hasta ahora es para limpiar y poco más”. Ante el caso de Opi, Adrián señala que han tenido que dividir el trabajo en dos; por un lado en de confianza y por otro el de acercamiento.
El trabajo de confianza ha consistido en que el perro deje de ver a las personas como “algo malo”. Para ello, fueron acercándose cada vez más para darle de comer “aunque al principio nunca comía en presencia de las personas, poco a poco fuimos consiguiendo que tomara confianza”. Con este trabajo y muchísima paciencia, Opi, terminó comiendo en un plato colocado sobre las piernas de los voluntarios, que en ningún caso llegaban a tocarlo.
Una vez el perro coge la confianza suficiente, es momento de la labor de acercamiento por parte del adiestrador, consistente en que poco a poco y con mucha paciencia, el podenco se dejara tocar y acariciar “ya estamos trabajando en que se deje poner el collar, una labor en la que colaboran hasta cinco voluntarios”, señala Adrián Navarro.
CASO HABITUAL
El experto hace un llamamiento para concienciar sobre casos como este, que desgraciadamente suelen ser habituales “en todos los refugios hay casos así y creo que la gente debe ser más consciente y apadrinar, porque siempre no es necesario adoptar para poder ayudar”, destaca Adrián.
LOPECAN
Adrián Navarro Muñoz, es director y Adiestrador-Educador principal de LOPECAN. Trabaja, también, como profesor de las asignaturas Adiestramiento Canino y Psicología felina y canina en el Instituto de Estudios Aplicados IDEA Málaga. Pese a su juventud, consta de una dilatada experiencia en el sector habiendo trabajado con cientos de perros de todas las razas.
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