HOGAR

Los importantes consejos para evitar discusiones en casa durante el confinamiento

El desorden en el hogar suele ser el principal motivo de riñas en las familias

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

6 min lectura

Estamos obligados a permanecer en casa, el periodo de confinamiento decretado por la crisis del coronavirus ha provocado que nuestro día a día se desarrolle en nuestro hogar, junto a nuestra familia, tanto para bien...como para mal. A mayor tiempo en casa más cosas hacemos junto a las personas que nos rodea y por ende más fricciones se pueden producir. El estar tanto tiempo bajo el mismo techo también nos lleva a ordenar... y desordenar cosas de la casa y eso no siempre sienta bien entre los miembros que forman un hogar.

Un estudio realizado por la empresa Thyssenkrupp revela que para un 36 % de las personas el desorden es una de las causas más comunes de bronca durante la convivencia, sobre todo, cuando se juntan personas extremadamente ordenadas con personas que tienen tendencia a todo lo contrario. Pero si para los jóvenes es un motivo de discusión, para los mayores puede convertirse en una cuestión de seguridad que hay que cuidar. El porcentaje de las personas que se consideran ordenadas varía según la edad y el sexo. En la franja que va de 50 años en adelante, los que se identificaban dentro del espectro “organizados” constituían el 68,7 % y de ellos, el 79,3 % eran mujeres. De los 26 a los 49 años el número de ordenados disminuía a un 52,3 % siendo las mujeres también mayoría con un 64,5 %.

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Cuando comparamos estos resultados con los de la franja de edad de menores de 25, nos encontramos un cambio muy significativo, ya que, entre los más jóvenes, los ordenados representaban solo el 31 % y el porcentaje de mujeres había descendido al 55,6 %. Esta diferencia entre hombres y mujeres tiene una explicación simple por el cambio social de los roles asociados al cuidado del hogar y de la familia, que tradicionalmente han sido femeninos.

El estudio relativo al orden de los hogares arrojaba también un curioso dato: mientras las personas más organizadas colocaban sus libros por orden alfabético (65 %) o por autor (73 %) y dentro del autor, la mayoría por orden alfabético (68 %), las personas con las que convivían y a las que consideraban desordenadas, directamente no los ordenaban (78 %), pero los que “relativamente” sí lo hacían era atendiendo a razones más emocionales, creando categorías como “mis libros favoritos”, “los libros que leía con mis hijos”, “libros que me han regalado y no me gustan”, “libros para decorar” o “libros por leer”.

Tanto si eres ordenado como si no aquí van una serie de consejos para establecer unos mínimos de convivencia y poder llevar el confinamiento de la mejor manera posible:

1. Negociar unos mínimos

Debemos entender que una buena negociación es en la que todo el mundo gana. Para que la convivencia sea positiva, ambos tendrán que poner de su parte y negociar unos mínimos; los organizados tendrán que ceder en lo que realmente no sea imprescindible y los desorganizados aceptar que no todo puede estar manga por hombro.

2. Ceder y mantener prioridades

Socialmente, está mejor visto ser ordenado que no serlo y, por lo tanto, el desordenado suele estar más predispuesto a cambiar sus hábitos (o a intentarlo al menos) que el ordenado, pero hay una diferencia entre ser ordenado o tener una neurosis obsesiva. En este caso, si somos un tanto neuróticos, habrá que hacer por relajarse porque obligar a los demás miembros de nuestra familia a vivir según nuestras normas es injusto e intrusivo, además de, probablemente, inútil.

3. Centrarse en lo importante

Las zonas comunes son el caballo de batalla en el que debemos centrarnos. Intentar que todos los miembros de nuestra familia tengan sus habitaciones como a nosotros nos gustaría es una imposición que no es justa. Tampoco debemos sobrecargarnos de trabajo ordenando y limpiando las habitaciones de los demás para dejarlas a nuestro gusto, porque además de ser injusto, genera que esas personas descuiden sus quehaceres y se impliquen menos en la responsabilidad colectiva de atender un hogar.

Lo ideal es que cada uno se haga cargo de limpiar su cuarto y establecer un día semanal para hacerlo. En cambio, las zonas comunes deben recogerse a diario para que todo el mundo esté cómodo y no haya que lamentar accidentes ni discusiones evitables. Además, se debe hacer entre todos y se podrán establecer rotaciones para que no tengamos que ocuparnos siempre de lo mismo.

4. Tener en cuenta a los más vulnerables

En toda negociación hay que poner por delante las necesidades de las personas que lo tengan más difícil. Es sencillo hacer que todos los miembros de la familia lo entiendan cuando lo expresamos con lógica y no como una imposición. Por ejemplo, si tenemos un familiar que sufre algún tipo de deterioro cognitivo relacionado con la capacidad de recordar. En estos casos, el orden debe ser estricto para ayudar a que la persona afectada pueda desenvolverse con normalidad y eficiencia y no olvide cosas esenciales, como tomar su medicación.

5. No es orden todo lo que reluce

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No hay que confundir el orden con la limpieza. Una creencia extendida es que las personas desordenadas limpian menos, pero no siempre es así, las hay que no aguantan la suciedad y que, aunque tras usar cualquier objeto no sean capaces de devolverlo a su sitio, luego no toleren una mota de polvo entre sus libros amontonados por el suelo. Por otra parte, un orden estricto tampoco es sinónimo de limpieza. Aunque la tarea de limpiar sea más sencilla cuantos menos objetos haya por en medio, puede que la persona ordenada no sea amiga de coger el plumero a menudo.Llegar a un consenso en “orden vs limpieza” es fundamental para una convivencia saludable.

6. Seguridad y tiempo

Mantener una casa ordenada puede ser esencial para la seguridad, porque no importa tanto la apariencia de la casa como el hecho de que el orden exterior produce también cierto orden mental, que será imprescindible para saber dónde hemos puesto, por ejemplo, la medicación y si nos la hemos tomado. Además, el tener la casa desordenada hará nos llevará a perder mucho tiempo tratando de encontrar objetos o ropa. Un tiempo valioso que podríamos estar usando para hacer algo más gratificante que rebuscar por todos lados porque no recordamos dónde hemos puesto algo.

7. Establecer unas normas básicas que negociar:

- El que cocina, no friega después ni pone y quita la mesa.

- El baño se limpia 2 veces a la semana y nadie debe dejar cosas por en medio (como la ropa sucia después de ducharse, las zapatillas o los cosméticos que haya usado sobre el lavabo).

- Los pasillos y las zonas de tránsito deben estar despejados para la seguridad de los mayores.

- Las personas con más dificultades de movilidad o de salud hacen menos tareas que las que están jóvenes y fuertes.

- Si hay un rol establecido que genera una injusticia (por ejemplo, que la abuela se encargue siempre de todo), se debe cambiar. No importa lo acostumbrados que estemos a eso. Una familia comparte las cargas y las abuelas también tienen derecho a un descanso.

Si utilizamos algunas de estas pautas, a buen seguro, el riesgo de broncas en el hogar disminuirán sensiblemente y la convivencia será más agradable. 

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