EDUCACIÓN ESPECIAL

La madre de un niño dependiente: “En una clase con niños sin discapacidad, mi hijo sería un mueble”

En COPE Málaga conocemos, en la voz de sus padres, historias de niños que acuden cada día a centros de educación especial

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Andrés G. AtienzaCarmen Cerbán

Málaga - Publicado el - Actualizado

5 min lectura

Hay historias que no dejan indiferente, como la de Aitana o la de de Alejandro, dos de tantos niños malagueños que sufren algún tipo de discapacidad y que acuden cada día a un centro de educación especial.

Como viene contando COPE, este jueves se debate en el Congreso de los Diputados la nueva ley de educación, la conocida como Ley Celaá, que se ha topado con un amplio rechazo de partidos políticos, de administraciones como la Junta de Andalucía y de buena parte de la comunidad educativa. Un rechazo que tiene que ver con cuestiones como el derecho de los padres a la libre elección de centro para sus hijos o como la educación especial.

En resumen, lo que la Ley Celaá propone es que, en un plazo de diez años, los centros ordinarios cuenten con los recursos necesarios para poder atender “en las mejores condiciones” al alumnado con discapacidad. O dicho de otra forma, según denuncian plataformas educativa, lo que se pretende es acabar vaciando los centros de educación especial.

CENTROS DE EDUCACIÓN ESPECIAL

Centros como el colegio Dulce Nombre de María, que está aquí en Málaga, y cuya directora escolar es María José Campano: “En centros como el nuestro les atendemos dándoles todo lo que necesitan, recursos materiales, profesionales desde logopedas, profesores, los auxiliares que están en el aula, fisioterapeutas... todo lo que en sí necesita un niño... y atendiéndolos de manera individual”.

Aunque según el grado de discapacidad, hay niños que sí están integrados en centros ordinarios, la directora del Dulce Nombre de María explica que hay casos en que no debe ser así. “Existen niños que realmente están integrados en centros y ojalá sigan así, pero existe también una población de niños tan gravemente afectados y que tienen unas necesidades tan específicas que en un centro ordinario, por mucho queramos, no se les puede dar”.

LA HISTORIA DE LA PEQUEÑA AITANA

Esta realidad la protagonizan personas como Aitana, una niña de diez años, paralítica cerebral, dependiente absoluta porque no tiene ningún tipo de movilidad.

La pequeña tampoco habla, solo se relaciona a través de la sonrisa o las lágrimas. Su padre es Luis Sentís y ha contado esto en COPE MÁS Málaga: “Cuando ocurre algo así en la vida de una familia te encuentras perdido y lo primero que tienes que hacer es acostumbrarte”. A partir de ahí, los padres actúan “como con cualquier hijo, buscando lo mejor... y lo mejor que le puede pasar a Aitana y a muchos niños, es estar en centros que tengan un concepto de saber tratar, educar y ayudar tanto a los padres como a los niños para poder tener una vida lo más normal posible”.

Y esa normalidad, Aitana la tiene en su colegio de educación especial, el Dulce Nombre de María: “Aitana no puede estar en un centro de Málaga normal porque tiene una dependencia absoluta”. En este sentido, su padre explica que si a su hija “le cae una toalla encima de la cabeza no se la puede quitar, no puede respirar y se ahogaría... mi hija es epiléptica, no deglute, se ahoga con unos mocos, hablando en plata, entonces necesitamos que tenga una atención muy especializada, muy concreta y muy dedicada”.

EL CASO DE ALEJANDRO

Historias como la de Aitana, o como la de Alejandro, un niño que también es dependiente al 100 por 100. Padece una enfermedad rara que le afecta a la vista, al oído y le impide andar con normalidad.

Alejandro es alumno de colegio específico de Educación Especial Santa Rosa de Lima de Málaga. Allí recibe sesiones de logopedia y fisioterapia; le enseñan a comer y a controlar los esfínteres. Su madre, Marta, asegura sentirse feliz con el trabajo que hacen allí con su hijo “hay profesionales que se encargan y ocupan de él, que le enseñan las cosas básicas de la vida y en ese colegio me ayudan a tratarlo a cómo hacer las cosas que él no sabe hacer". "A mi me dejarían totalmente hundida si quitan de ese colegio a mi hijo”, asegura esta madre.

MIEDO

La mamá de Alejandro asegura tener miedo ante la posibilidad de que obliguen a su hijo a abandonar ese centro y lo trasladen a uno de integración ordinario “además de por el bullying que seguramente iba a sufrir, sería un mueble en una clase con niños que no tengan ningún tipo de discapacidad. A él no le serviría de nada escuchar las materias de Lengua o Matemática, habrá niños que sí sean candidatos para integrarse, pero mi hijo sería un mueble”.

EL MENSAJE DE UNA MADRE

La mamá de Alejandro no se explica cómo desde el Gobierno central se plantean siquiera la idea de trasladar a niños como el suyo a centros ordinarios que los políticos escuchen un poco a los padres que estamos en esta situación, que aunque somos minoría, también tenemos derecho a elegir la educación o dónde queremos que vayan nuestros hijos. Sabemos lo que ellos necesitan y lo que no”, asegura Marta.

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