Triste adiós a 25 años helando el corazón de Sevilla

Un cuarto de siglo de historia; un lugar estratégico, la céntrica calle Zaragoza, y presente en guías turísticas de más de 140 países de los cinco continentes del mundo. Sin embargo, nada de eso le ha servido a la histórica heladería sevillana La Fiorentina, para mantener abierta sus puertas, como ha venido ocurriendo año tras años desde su inauguración el 9 de abril de 1995, Domingo de Ramos.

El precio del alquiler del local, sumado a la crisis que deja tras de sí la pandemia de Covid-19, han acabado por derretir cualquier esperanza de futuro de este negocio. El gerente del establecimiento, Joaquín Liria, ha tomado la difícil decisión tras no poder volver a la actividad a mediados del pasado marzo, como estaba previsto.

Eso sí, de momento, Liria no ha perdido la esperanza de intentar "refundar" el negocio en otro enclave de la ciudad, con otro local diferente, si bien "no sabemos el modelo de negocio que tenemos por delante, ni si todo va a continuar tal como los conocemos, y en las actuales circunstancias es imposible pagar las rentas del local en pleno centro de Sevilla sin tener ingresos”. De momento, parece que su horizonte para esa posible refundación está fijado como mínimo para 2021.

Ahora, Joaquín Liria quiere que su trabajo tenga un fin social y destinará los muchos kilos de helado que había preparado en marzo, cuando no tenía aún idea del coronavirus y sus efectos, a instituciones sociales, para repartirlo a familias necesitadas. Entre otras, lo entregará al Comedor del Pumarejo, Santa Paula, San Leandro, San Clemente o al hospital de la Caridad.

El gerente de La Fiorentina ha agradecido, además, el apoyo que ha tenido por parte de los sevillanos y visitantes en 25 años, y a la prensa, que siempre ha hablado de su negocio de una forma muy cariñosa.

Por desgracia, el caso de este negocio no es aislado, siendo cientos los comerciantes y empresarios sevillanos que ven con extrema preocupación la situación de se avecina, con el desempleo disparado y el consumo de las familias en descenso ante la incertidumbre por el futuro que se nos planteada después del Covid-19.

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