La voz de la sabiduría. ‘In memoriam’ de Elías García.
La voz de la sabiduría. ‘In memoriam’ de Elías García, por Manuel Bernal Andamoyo
Sevilla - Publicado el - Actualizado
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Hace tan sólo unos días, en medio de esta situación de auténtica excepcionalidad que estamos viviendo y sin esperarlo, se nos iba un compañero, un amigo, un colaborar de esta casa, de COPE Sevilla, Elías García.
Hoy, hemos pedido a Manuel Bernal Andamoyo, funcionario de carrera, profesor de Enseñanza de Secundaria y licenciado en Derecho, quien lleva 35 años ya colaborando en nuestras retrasmisiones de la Semana Santa de la ciudad y, fundamentalmente, amigo de Elías, el que nos hiciera una pequeña semblanza, que sirviese como recuerdo de su persona, de manera pública, y como sencillo y humildísimo reconocimiento y homenaje.
¡Hasta que Dios quiera, Elías!
Nuestro compañero Elías se incorporó al equipo de retransmisión de la Semana Santa de Sevilla en la primavera de 2015, aunque, ya el Sábado Santo del año anterior, dio prueba de su maestría y sus amplios conocimientos, cuando pasó por los micrófonos de COPE Sevilla como invitado.
Elías García Rodríguez, conocido en el mundo del arte y la restauración como “Elías Garó”, demostró las bondades que atesoraba desde el primer momento, pasando a ser de pleno derecho un miembro de lujo del equipo de narración cofrade de COPE.
En sus participaciones evidenciaba, sin ostentación, el inagotable caudal de conocimiento, no sólo en materia artística e histórica. Al oírlo, se comprobaba que Elías conocía las claves íntimas de la ciudad que tanto amaba.
Nuestro compañero, repentinamente desaparecido el pasado sábado por la noche, había nacido un mes de junio del año 1.963, en el limítrofe pueblo de Montellano, a caballo entre dos tierras que quiso con pasión: Sevilla y Cádiz. Elías tenía corazón para todos y en su enorme corazón, el mismo que decidió pararse el pasado sábado sorpresivamente dejándonos helados a todos, cabían las dos ciudades.
Ese amor escribió el principal guión de su propia vida, pues Elías estaba casado con una mujer macarena de la calle Feria y tenía una hija gaditana a quién quiso bautizar en la viñera parroquia de La Palma, con agua de la misma playa de la Caleta.
Nuestro compañero, licenciado en Bellas Artes, había ejercido la labor docente en Huelva, Cádiz y Sevilla. El último de sus destinos fue Gelves, donde su magnífico desempeño profesional le valió el cariño y la admiración de sus compañeros y alumnos, más allá de su jubilación. La biblioteca del Instituto donde desarrollo su profesión, lleva desde hace años su nombre.
Para las horas interminables de narración cofrade, Elías no se ayudaba de ningún tipo de anotación. En sus manos sólo sostenía el micrófono azul de la Cadena COPE. Todos los datos, toda la información, cada fecha, cada atribución, cada nombre de los artistas que hacen posible la Semana Santa, brotaban con sorprendente facilidad de su mente privilegiada y retenidos en una memoria insondable. Pero sus enormes conocimientos sólo eran comparables con su sencillez y su bondad, su porte de caballero cabal, que le hacía ganar amigos a primera vista.
Elías había tenido ya un par de envites de la propia muerte a quien miró de frente, lo que le hizo vivir como único cada uno de los instantes del resto de su vida, valorando la nuevas posibilidades que Dios, en su Gran Poder, le daba para que siguiera dejando patente su calidad humana.
Elías, cada año se tomaba una licencia, que el resto del equipo vivíamos con emoción y profundo respeto. Cada Sábado Santo, pedía permiso para abandonar momentáneamente su puesto de retransmisión, los pocos minutos que tarda en transitar por debajo de nuestro balcón, el paso alegórico del Santo Entierro, conocido en Sevilla como “la Canina” y en donde se representa la muerte. Él como nadie, sabía lo inherente que la muerte es a la propia vida, y no estaba dispuesto a darle ventaja.
Ahora, Elías ya está en el balcón donde no sólo se ve el inicio de la Carrera Oficial, sino toda la tierra que él tanto amó y desde donde habrá comprobado que la gloria, con la que Sevilla arropa a Dios y a su Santa Madre en sus cofradías, es sólo un reflejo de la grandeza del Cielo, donde el Señor del Gran Poder y la Virgen de la Esperanza ya lo habrán recibido con los brazos abiertos.