pimienta Se la juega en valencia
Caparrós se mide las mangas del traje
Algunas voces del Consejo presionan para prescindir ya de Pimienta y el utrerano aparece como la solución de urgencia. Quique Sánchez Flores ya anunció el "escenario catastrófico" que se venía encima
Joaquín Caparrós está preparado
Sevilla - Publicado el - Actualizado
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A Quique Sánchez Flores le sirvieron un puñado de meses y varias conversaciones lúcidas para entender que el Sevilla estaba metido en un gran lío. Como no necesitaba mendigar un sueldo, soltó sus reflexiones y decidió no ser partícipe de lo que calificó acertadamente como un "escenario catastrófico". Se quedó corto. De un tiempo para acá, el club ha adquirido la triste habilidad de repeler todo lo servible y de alejarse de aquello que huele a grandeza, experiencia, nivel y exigencia. Hace sólo un rato, el Sevilla disfrutaba de una máxima: el prestigio llama al prestigio. Ahora vive encallado en otra ley esotérica: la pobreza llama a la pobreza. José María del Nido Carrasco opositó a ser presidente y el resultado es aterrador. Su proyecto está basado en complejos, en absurdos reproches a la persona más importante de la historia de esta entidad (a quien rogarán en breve que regrese, por Dios santo), en asesores sin experiencia, en decisiones autoritarias y en apuestas fallidas como la del director deportivo, incapaz de fichar un delantero que haga un gol. Tuvo la oportunidad de darle un giro al error el pasado verano, pero llegó a pensar que él era mucho más de lo que es y redobló la apuesta. El resultado es demoledor. En unos meses ha destrozado un club grandioso para convertirlo en una olla a presión insostenible. El daño ya es irremediable y tan solo le queda una salida: aceptar el fracaso y facilitar el relevo. La 'Vía Baltasar' (o llamada también Tercera Vía) es la única solución razonable que le queda al club, pero todos tendrán que poner mucho de su parte para evitar la destrucción total del sueño.
El presidente no tenía ninguna necesidad de enseñarle al mundo su poder con una circense ampliación de contrato del entrenador. Si el Viernes de Dolores el asunto se vuelve a torcer, se verá obligado a dar marcha atrás con el consiguiente ridículo. La incapacidad ha llegado hasta tal punto que, a día de hoy, no hay ni una sola voz reconocible y con crédito. Los gritos no dejan oír el discurso agotado del presidente, cada comparecencia de Víctor Orta empeora su imagen, el entrenador no se entera de qué va todo esto y el capitán, Saúl, es quizá uno de los jugadores menos representativos de la historia de esta entidad. Por eso, Caparrós aparece en el horizonte como el único capacitado para detener durante un mes y medio el terremoto y conseguir que el aficionado y la crítica guarden silencio mientras habla. Además, qué diablos, quién narices va a querer venir aquí en medio de esta guerra civil. Algunas voces del Consejo presionan para que el relevo del banquillo sea inminente. En el club ya saben que el técnico ha perdido la confianza del vestuario. Ya lo de menos son los resultados, la mera posibilidad de que pueda elaborar un mensaje que ofrezca una tregua es un éxito. Ni ganando el proyecto tiene más continuidad, simplemente porque la afición ya ha dictado sentencia. Da pavor pensar que los que mandan construirán el día de mañana. Sin duda, el escenario es catastrófico. Y aquí es donde aparece ahora Joaquín Caparrós...