El historiador Julio Mayo cuenta el verdadero motivo por el que Juan Pablo II fue al Rocío: "Él se lo enseñó"

El Rocío es un lugar lleno de historia. De momentos que marcaron la tradición rociera. Año tras año. Camino tras camino. Por eso, en el Especial “Miradas al Rocío” de COPE Andalucía, echamos la vista atrás para mirar a la historia de la Virgen del Rocío. A aquellos primeros caminos que poco tenían que ver con los que conocemos. Y al origen de ese fervor por la Blanca Paloma.

“Leyendas hay muchas. Historia, solo una”, nos cuenta Julio Mayo, historiador, experto en la advocación del Rocío y autor del libro “Jubilar Rocío”.

Un manuscrito de 1779 asegura que fue un cazador o un pastor natural del pueblo de Almonte quien encontró a la Virgen en el paraje de Las Rocinas, donde más tarde se ubicaría la ermita de la Virgen del Rocío. Y desde entonces, cada año, miles de peregrinos acuden a rezarle desde los confines del mundo.

Un Rocío lleno de historia

Las primeras referencias sobre el santuario datan del siglo XIV, tras la conquista durante la segunda mitad del siglo XIII por Alfonso X, "quien incorporó la Marisma a la Corona de Doñana y la convirtió en coto de caza. El rey de Castilla, ordenó la construcción del santuario y la colocación de la imagen de la Virgen".

Y a partir de este momento, se han sucedido momentos que los rocieros no podrán olvidar nunca. Algunos viven todavía para recordarlos, otros los escuchaban de niños a sus abuelos. Esos que los llevaban en brazos a ver a la Reina de las Marismas.

Uno de los momentos más simbólicos fue la Coronación de la Virgen del Rocío. Fue un un 8 de junio de 1919. Ese día ha quedado ya para siempre en la historia del Rocío: “A partir de ese momento quedó oficializada la advocación mariana de la Virgen”.

Juan Pablo II, un peregrino más

Y en esta mirada al Rocío es imposible olvidar otro día histórico vivido en la aldea del Rocío. Cuando un caluroso 14 de junio de 1993, el Papa Juan Pablo II acudía a la aldea. Y lo hacía como un peregrino más. Difícil resulta olvidar aquellas palabras que calaron entre todos los devotos de la Virgen: “Que todo el mundo sea rociero”,

Como ha contado Julio Mayo en COPE Andalucía, “en esa visita tuvieron un papel muy importante, personas de la Curia Eclesiástica, entre ellos, cabe recordar el empeño que puso en esta visita Carlos Amigo Vallejo. No podemos olvidar que Su Santidad viajó a un paraje en medio de la nada, porque el Arzobispo de Sevilla fue quien le contó al Papa Juan Pablo II lo que significaba para los andaluces la Virgen del Rocío”.

Cuando la Virgen salía al alba

Mucho han cambiado las cosas desde aquellos primeros años de peregrinaciones. Hoy en día, la romería del Rocío es una de las más multitudinarias. Pero no siempre fue así. En los siglos XVII y XVIII, acudían solo unas cuantas hermandades en peregrinación y apenas superaban las seis o siete. Julio Mayo nos cuenta que “en 1813, con el nacimiento de la Hermandad del Rocío de Triana (Sevilla) la romería se convierte en un punto de encuentro multitudinario”.

Y hasta la madrugada del Lunes de Pentecostés ha cambiado en horarios. “Antiguamente se sucedían una serie de misas de las Hermandades filiales, y hubo años en el siglo XIX en los que la Virgen salió en procesión por la tarde. Más tarde saldría al repuntar el alba. Sin embargo, ahora la Virgen sale a la calle entre las dos y las tres de madrugada, una vez que termina el rosario y el Simpecao de la Hermandad Matriz de Almonte llega al altar”.

Podrán cambiar muchas cosas, pero la esencia del Rocío sigue intacta. Igual que la devoción que sienten millones de rocieros por su Virgen. Esa que apareció en Las Rocinas para convertirse en la Patrona del pueblo onubense de Almonte. Ya lo dice la canción: "El Rocío no se acaba porque no quiere mi gente..."

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