Medio centenar de peregrinos para honrar al Sto Cristo de los Milagros en Huesca

La devoción por el Santo Cristo de los Milagros ha vuelto a mover a cientos de fieles durante la jornada de este jueves 12 de septiembre, fiesta que ha marcado el final de la Novena que ha tenido lugar desde el día 4 en la Santa Iglesia Catedral de Huesca. 

Medio centenar de peregrinos de las localidades de Tabernas de Isuela, Sangarrén, Antillón, Banariés, Salillas, Monflorite y Pueyo de Fañanás han acudido a las 8:00 h. a la santa misa presidida por el administrador apostólico, monseñor Vicente Jiménez Zamora, antes de la que se ha trasladado la imagen desde su capilla al altar mayor. Posteriormente, a las 19:00 h., tendrá lugar la misa estacional y después el Santo Cristo de los Milagros será depositado de nuevo en el camarín de su capilla.

El día ha comenzado con la recepción de los peregrinos en la entrada de la catedral, con miembros de las cofradías del Santo Cristo de los Milagros y San Lorenzo Mártir y de San Lorenzo. Allí, el administrador apostólico se ha referido al “tiempo de gracia que Dios ha concedido” durante la peregrinación de esta madrugada. A continuación, todos se han dirigido al interior del templo la catedral de Huesca y, en procesión, a la capilla del Santo Cristo de los Milagros.

La imagen se ha conducido desde el camarín hasta el altar mayor portada por monseñor Vicente Jiménez Zamora y por el prior de la cofradía del Santo Cristo de los Milagros, José Antonio Lorés Sierra, que la ha situado en el presbiterio después de la procesión por las naves lateral y central del templo. Al término de la misa de la tarde ha sido llevada de nuevo a la capilla en procesión. El cabildo catedralicio y el coro de la catedral han acompañado estas celebraciones durante toda la jornada y la misa estacional de las 19:00 h. también estará presidida por el administrador apostólico.

Durante su homilía matinal, monseñor Vicente Jiménez Zamora ha señalado que “el Santo Cristo de los Milagros que hemos trasladado del camarín de su capilla al presbiterio de la Catedral nos mira y nos remira y nosotros contemplamos su cabeza coronada, sus pies y manos atravesados por los clavos del amor. Y le decimos: “Tu cruz adoramos, Señor, y tu santa Resurrección alabamos y glorificamos. Por el madero ha venido la alegría al mundo entero”.

La vida cristiana, “es un proceso permanente de identificación profunda con Cristo, que consiste en conocerlo desde la fe, en amarlo con todo el corazón y en seguirlo de cerca por el camino de la cruz y de la resurrección”. Esta configuración “con Cristo muerto y resucitado”, no consiste “en una simple imitación externa, sino en una identificación íntima y personal con el Señor, que brota de la contemplación y de la oración, hasta poder decir con San Pablo: “vivo yo, mas no yo; es Cristo quien vive en mí”. Es don y gracia y, a la vez, tarea y compromiso”.