"Trabajo sí, casa no": el drama de encontrar vivienda en las zonas rurales de la provincia de Teruel
Según datos de la Universidad de Zaragoza y el Centro de Innovación Territorial de Teruel, en esta provincia 1 de cada 4 casas está vacía

Teruel - Publicado el - Actualizado
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En la provincia de Teruel faltan fontaneros, electricistas, pintores o carpinteros, es decir, mano de obra de mantenimiento. Junto a las cargas burocráticas son los principales motivos por los que no se rehabilitan viviendas en el mundo rural. Eso tiene una consecuencia: falta de oferta de casas de los pueblos.
Una de cada cuatro casas que hay en la provincia de Teruel están vacías. Si quitamos Teruel capital, son una de cada tres las viviendas vacías. El estado de estas es una de las mayores barreras para atraer nuevos habitantes a las zonas rurales, incluso aunque tengan trabajo. Ese exceso de burocracia, falta de rehabilitación y por tanto, la enorme falta de oferta que hay, es un condicionante más para que la gente no se vaya a vivir a los pueblos.
una familia argentina en teruel
Marina Arpecella y su familia han vivido en primera persona un problema que afecta a muchas zonas rurales: la falta de vivienda en alquiler. Aunque tanto ella como su marido consiguieron trabajo en la comarca del Jiloca, estuvieron semanas buscando sin éxito un hogar en el que establecerse.
La familia, de origen argentino, vivió en Galicia, y hace dos años, también en la provincia de Teruel hace dos años. En febrero, su marido recibió una oferta de trabajo en Calamocha, por lo que decidieron regresar. Conscientes de la dificultad de encontrar vivienda, comenzaron a buscar con un mes de antelación, pero cuando llegaron el 17 de marzo, las pocas opciones que tenían previstas ya estaban alquiladas.
A pesar de tener empleo, se toparon con múltiples obstáculos: propietarios que solo alquilan a residentes locales, inmobiliarias que exigían requisitos difíciles de cumplir o arrendadores que preferían inquilinos sin niños. Recorrieron numerosos pueblos, desde Monreal del Campo hasta Daroca, y visitaron ayuntamientos sin éxito.
La situación se tornó desesperada cuando el pasado viernes la familia fue informada de que debía abandonar el alojamiento temporal en el que residía. Esa noche, sus hijos tuvieron que quedarse en casa de amigos, mientras Marina y su esposo se alojaban en un hostal. Ante la incertidumbre de no encontrar vivienda, llegaron a plantearse dejar sus trabajos y regresar a Argentina.
Finalmente, una persona conoció su caso y les ofreció una vivienda en Luco de Jiloca. A través de una llamada y un gesto de confianza, les entregaron las llaves sin conocerse en persona, permitiéndoles instalarse en una casa a diez minutos de sus respectivos trabajos.
Su historia evidencia una contradicción: mientras los pueblos buscan atraer nuevos habitantes para luchar contra la despoblación, la falta de viviendas en alquiler supone una barrera insalvable. Hay casas vacías, pero muchas no se ponen en alquiler, y quienes quieren quedarse y contribuir a la vida de estos municipios se enfrentan a dificultades que pueden llegar a expulsarlos.
Ahora, naturalmente, están mucho más tranquilos y aliviados pero nos han contado su historia para que nadie tenga que experimentar una historia así.