Playas expoliadas y pueblos desbordados: los efectos del turismo invasivo

Cadaqués sufre el robo del 40% de las piedras de sus playas por parte de los turistas. Es una muestra del turismo menos sostenible que también afecta a pequeños pueblos de interior

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Redacción digital

Madrid - Publicado el

4 min lectura

Aunque cada vez se habla más del "turismo sostenible", aquel que es respetuoso con la naturaleza y su entorno, sigue habiendo personas que practican justamente lo contrario. Es lo que podríamos denominar como "turismo invasivo". Algo que sufren en entornos naturales, desde la playa a la montaña, o en pequeños pueblos que se ven desbordados por la llegada de turistas.

CADAQUÉS PIERDE EL 40% DE LAS PIEDRAS DE SUS PLAYAS

La última muestra de este turismo invasivo que amenaza con destruir el patrimonio natural lo encontramos en la localidad gerundense de Cadaqués. Este municipio, muy conocido por estar allí ubicada la Casa - Museo de Salvador Dalí, tiene unas bonitas playas de piedra que se llenan de turistas cada verano. Sin embargo, esas piedras ya no son tan numerosas como lo eran hace unos años. Diversas asociaciones ecologistas cifran en un 40% la disminución de estas piedras ante el "robo" sufrido por parte de los turistas que llegan a Cadaqués. Los visitantes de esta localidad cogen las piedras a modo de souvenir veraniego, pero esta conducta está perjudicando tanto al ecosistema de sus playas que el Ayuntamiento de Cadaqués ya ha anunciado multas de hasta 350 euros para quienes se lleven estas piedras como recuerdo de sus vacaciones en la Costa Brava.

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Playa de Cadaqués / EUROPA PRESS

EL ROBO DE ARENA VOLCÁNICA EN LANZAROTE

Entre todas las playas españolas hay unas que tienen unas características especiales. Algunas de las costas de Lanzarote, en Canarias, llaman la atención de los turistas a nivel internacional por su arena y piedras volcánicas de aspecto oscuro, muy diferente al de las playas convencionales. En 2012, el Ayuntamiento de Lanzarote cifró en seis toneladas la cantidad de piedras y arena volcánica que los turistas habían intentado expoliar. Desde entonces se refuerza cada vez más la vigilancia, no solo en el entorno natural, sino también en los aeropuertos.

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Playa de Janubio en Lanzarote / turismodelanzarote.com

EL MEDITERRÁNEO SE DESPIDE DE SUS CONCHAS

Si Cadaqués y Lanzarote pierden arena de sus playas, el Mar Mediterráneo lo que está perdiendo son sus conchas. Coger conchas de las playas como recuerdo o souvenir es algo que está peligrosamente extendido a nivel mundial. Hasta hace unas décadas no era algo preocupante pero ahora, la mayor conciencia ambiental y el incremento turístico en nuestras costas ha provocado que sea una cuestión que debe tomarse muy en serio. Se estima que de las conchas que se pierden en el Mediterráneo, el 70% de ellas han sido "robadas" por los turistas. La pérdida de conchas es algo que afecta al ecosistema marino ya que son usadas como protección por algunos peces o cangrejos y pueden servir para la realización de nidos de algunos animales.

EXPOLIO DE CORALES, UNA VIEJA PRÁCTICA QUE NO CESA

La Gran Barrera de Coral de Australia es la más amenazada, pero en España también tenemos casos de "expolio" de corales en la costa mediterránea. Es una problemátia muy similar a la de las conchas. Hay turistas que, practicando snorkel o submarinismo, llegan a cortar parte de los corales para llevárselos como recuerdo. En el caso del coral se va un paso más allá con la pesca furtiva debido al alto precio que puede alcanzar en el mercado. Un kilo de coral llega a tener un valor cercano a los 800 - 1.000 euros. Además de haberse endurecido las sanciones desde 2013 ante estas prácticas, en los últimos meses la ONG andaluza, Equilibrio Marino, ha puesto en marcha una iniciativa en la zona de Almuñecar que definen como una "guardería de corales". Con ella recuperan ejemplares enfermos y ayudan a repoblar de corales esta zona de la costa española.

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Guardería de Corales en Granada / JAVIER SÁNCHEZ. DIFFERENT SCUBA SCHOOL

LA ESPAÑA VACIADA: DE OLVIDADA A DESBORDADA

No solo las zonas de costa se ven afectadas por este turismo invasivo. Esto es algo que está afectando a los pueblos más pequeños y olvidados que nunca pensaron verse desbordados por miles de visitantes. La llegada de turistas podría ser visto como algo altamente positivo para estos territorios. Sin embargo, algo que podría repercutir de forma muy positiva en la economía de pequeños municipios se ha convertido, en algunos casos, en todo un problema para sus Ayuntamientos. Sin estar acostumbrados a recibir tan alto número de visitantes, algunos de estos pueblos se han encontrado sin sitio de aparcamiento en sus calles para los coches de los turistas, falta de vigilancia para el cumplimiento de medidas sanitarias o saturación en sus negocios de hostelería.

Un ejemplo de todo esto es la localidad de Anento, en Zaragoza, que llegó a pedir ayuda al Gobierno de Aragón para poder controlar el alto número de turistas que llegaba a su municipio. En Anento solo hay 96 personas censadas, pero apenas 45 viven allí durante todo el año. Hay fines de semana en los que ha llegado a recibir 3.500 visitantes. El municipio llegó a encontrarse tras desbordado la pasada primavera que se tuvo incluso, que poner en marcha una campaña para que el turismo llegase de forma escalonada durante toda la semana y no se concentrase solo en sábados y domingos cuando se registraron picos de más de 2.000 turistas en un solo día.

Anento incrementa el turismo

Casas rojizas de Anento, Zaragoza / EUROPA PRESS

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