Asco y repugnancia: todo lo que no querrías ver en un museo

Imagínate entrar en un museo y que en la puerta te den una bolsa de papel por si te entran ganas de vomitar. Esto es lo que sucede en el Museo de la Comida Asquerosa (Disgusting Food Museum) en Berlín, que desde su apertura en 2021 ha hecho vomitar al menos a 50 personas por lo que allí está expuesto. Incluso cuentan con una pizarra en la entrada en la que apuntan los días que han pasado desde que un visitante vomitó en el museo. Pero, ¿qué puede ser tan asqueroso como para hacer vomitar al público? Acompáñanos en COPE a descubrirlo.

Si recorremos este 'desagradable' museo encontraremos una colección de alimentos representativos de muchas culturas de todo el mundo, donde algunos se consideran medicinales, espirituales o incluso afrodisíacos. Si lo tuyo son los cócteles u otras bebidas alcohólicas, en el DFM tienen combinados que mezclan vodka con el corazón de una serpiente cobra, vino fermentado a base de crías de ratón o una bebida de orina de vaca. Si prefieres alimentos más comestibles, entre las vitrinas del museo se pueden ver frascos con grillos, distintos órganos de animales, un plato de sopa de araña, murciélago frito y la joya de la corona: el famoso queso Casu Marzu típico de Cerdeña, un pecorino que está infestado de gusanos y larvas de mosca.

En otra de las salas del museo, también es posible oler distintos frascos con trozos de queso o pescado dentro de ellos. Algunos de estos frascos contienen alimentos realmente pestilentes: en uno se almacena una pieza de uno de los tiburones más hediondos del mundo, el 'Hákarl' o tiburón podrido, que es un plato típico de Islandia; en otro hay una fruta llamada durián, que es conocida como la fruta más maloliente; o también el famoso 'Surströmming', un arenque fermentado típico de la gastronomía sueca que tiene el olor más fétido del mundo y que puede que lo conozcas porque ha sido usado en varios retos virales.

"El asco es contextual. El asco es cultural. Nos gustan los alimentos con los que hemos crecido, pero las ideas sobre el asco pueden cambiar con el tiempo", así reza un mensaje que puede leerse en la entrada del museo. Y es que el asco que le tenemos a algunos alimentos es una concepción que tenemos, como cuando de pequeños no nos gustaban las verduras. Pero estos ascos que tenemos, efectivamente, cambian con el tiempo. Por ejemplo, hace más de 200 años las langostas y otros crustáceos se veían asquerosas y solo se servían a los esclavos, pero ahora son un alimento de lujo que se puede ver en restaurantes muy caros.

De hecho, este museo de comida asquerosa surgió de la idea de que el planeta no puede sostener la producción de carne que existe actualmente y que el ser humano debería considerar fuentes alternativas de alimento, como los insectos u otra clase de animales que ahora vemos como desagradables.

Las siete categorías de asco

El asco simplemente es un miedo evolutivo que nos ayuda a evitar enfermedades y comidas en mal estado, aunque los investigadores del Disgusting Food Museum han identificado hasta siete categorías de asco que están relacionadas con: 1.La comida (como bien se hace gala en este museo), 2.La enfermedad o la contaminación de un producto, 3.El cuerpo y sus fluidos, 4.La mutilación o deformidad, 5.Los comportamientos que asociamos con los animales, 6.Los comportamientos sexuales inapropiados y 7.Las infracciones morales.