El contratiempo de un cartero de Asturias que cambia la vida de cientos de vecinos: "Es un suplicio"
Belmonte de Miranda vive una situación inédita desde que el cartero del concejo vivió este problema personal
Avilés - Publicado el - Actualizado
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La historia de la pérdida de servicios en las zonas más despobladas de España vive un nuevo capítulo en Belmonte de Miranda, en Asturias, donde 32 pueblos llevan desde principios de marzo sin recibir el correo por la baja del cartero que cubría la ruta, que abarca unos 130 kilómetros de la zona alta del concejo.
La denuncia la ha hecho, en COPE, Agustín Fuentes, de SOS Belmonte: "La gente mayor no recibe las citas hospitalarias, y a los ganaderos jóvenes que, a pesar de las dificultades, quieren quedarse aquí, no les llegan los crotales del ganado". El problema viene de lejos porque, según Fuentes, "en pocos años han pasado de 12 carteros a 5; y ahora se ha eliminado el cartero que cubría las zonas altas del concejo".
La única solución es acercarse a la oficina que Correos tiene en la capital del concejo. Pero también hay un problema: solo abre por las mañanas y en un periodo muy corto, porque los carteros tienen que salir a repartir. Además, el edil recuerda que muchos de los vecinos tienen una edad avanzada y no tienen vehículo o acceso a algún tipo de transporte.
La labor de los carteros rurales
La correspondencia perdida no es el único problema para los vecinos afectados. Fuentes advierte de que "un cartero es como un vigilante en los pueblos que, incluso, ayuda a medir la salud de la población... Como el panadero de siempre".
"Cuando van a repartir y no les atienden, dicen '¡Qué raro que no salga Maruja a coger las cartas que le traigo! ¿Le pasaría algo?'", explica el concejal de SOS Belmonte; que denuncia, además, que esto no es más que un suma y sigue al abandono de las zonas rurales: "Faltan médicos, la fibra no llega, hay una tormenta y nos quedamos sin señal de televisión o falta cobertura telefónica".
Estas son algunas de las dificultades que comporta vivir en la zona rural si no hay un compromiso serio de garantizar unos servicios mínimos. Por lo que "nadie debe extrañarse de que la gente se quiera ir a lugares donde les hagan la vida un poco más fácil".
Los vecinos, desesperados
Detrás de cada casa a la que no llega la correspondencia hay personas, como Curti, que vive en Begega, a 15 kilómetros de la capital. Para él, el desplazamiento "es un suplicio" porque, además, la carretera lleva cortada más de un año por un argayo.
Sonia, que reside en Boinás, a 25 minutos de la capital, y tiene una ganadería, asegura que si pierde el crotal de un animal y tiene una inspección de ganado, le supone una multa. Con ella, además, vive su suegro, un hombre de 86 años pendiente de citas médicas: "¿Qué pasa si no llega la notificación y pierde la consulta?", pregunta.