La dulce tradición que la familia Pelayo mantiene en Avilés desde 1890: "Ya entiendo a mi padre"
Guillermo Pelayo es la cuarta generación de barquilleros y este año cumplirá 54 años cargando el mítico bombo rojo a sus espaldas

Guillermo Pelayo en la Plaza de España de Avilés
Oviedo - Publicado el
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Es una figura icónica de Avilés. El bombo rojo de Barquillos Pelayo, siempre presente en la Plaza de España, en Las Meanas, en la playa de Salinas o en cualquier rincón de la ciudad. Con Guillermo al lado, cuarta generación de la familia que mantiene una tradición que cada vez se complica más. Es el único barquillero de Asturias y no proliferan en el resto de España. El futuro no sabe lo que deparará, porque sus hijos están preparando oposiciones. Pero de momento, a sus 64 años, tiene cuerda para rato, porque de sus palabras se desprende que sigue con pasión: “Disfruto de la venta del barquillo” cuenta en COPE Avilés. Este jueves la Sociedad Económica de Amigos del País de Avilés le entrega un reconocimiento por una trayectoria centenaria en la ciudad.
En verano, los barquillos de Pelayo son un clásico en la arena de la playa de Salinas. El resto del año, del centro de Avilés. Los dos emplazamientos que marcan la tradición y que tienen los dos parte de bueno, como él mismo expresa: “En verano en la playa, ahí estoy fenomenal y Avilés es Avilés. Es muy guapo y tiene sus cositas”. Y para el que piense en lo cansado que puede ser recorrer la playa por la arena seca... Que no tema por Guillermo Pelayo: “La gente piensa que la playa es muy difícil, porque cargas con el bombo, el calor, la chaquetilla... Pero bueno, yo voy cargando, paro, hablo con la gente... Disfruto de la venta del barquillo en la playa con la gente”.

Guillermo Pelayo en Oviedo durante las pasadas fiestas de San Mateo
Esa conversación mientras se da la venta, o el simple saludo, es algo que todos los avilesinos conocen y de lo que Guillermo Pelayo disfruta: “Los niños que pasan, que hacen parar al padre con el coche y se tienen que bajar a comprar barquillos, me saludan desde los cristales...”.
SIGUE CON LA TRADICIÓN
Guillermo Pelayo es el único barquillero de Asturias, es la cuarta generación de la familia, que comenzó con la tradición en 1890. Este verano, cuando el primer día de sol ponga el pie de nuevo sobre la arena de Salinas, serán 54 años seguidos vendiendo barquillos en la playa. ¿Y el futuro? ¿Hay relevo? “Mis dos hijos están opositando. El día de mañana no se sabe. Ellos saben hacer el barquillo. Pero están a lo suyo. Siempre les dije desde pequeñitos que no quería más autónomos en casa, que es algo muy sacrificado”.

El mítico bombo rojo de Barquillos Pelayo
Lecciones que da la experiencia
Son las lecciones que va dando la vida. Aunque Guillermo Pelayo se queda con otra: “Lo he llegado a entender hace pocos años. Yo veía a mi padre cuando era mayor, que ya estaba malo y tenía que salir a la calle a vender los barquillos y las castañas. No era por dinero ni por nada, tenía que estar con la gente. Yo le decía que se quedara en casa. Pero no. Él tenía que salir. Y cuando no podía con el bombo se hizo una cesta, dejaba el bombo arriba e iba subiendo y bajando a rellenar la cesta. Y yo pensaba que estaba loco. Y ahora llego yo, que ya tengo mi edad... Y ya entiendo a mi padre”.