FUTURO INCIERTO

Carmona siempre resiste

El capitán, prudente y reservado fuera del campo, se rebela con energía y éxito ante decisiones deportivas que le ponen a prueba.

Carmona celebra un gol en El Molinón

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Qué difícil es saber lo que piensa Carlos Carmona, capitán silencioso fuera del vestuario, reservado hasta parecer tímido. O quizá solo sea su forma de afrontar una profesión que convive con el ruido mediático. No es sencillo escrutar al veterano extremo (o interior) del Sporting, distante con el entorno del fútbol, alejado de periodistas y de la utilidad que en ocasiones podría extraer de ellos quien suma ya nueve temporadas en Gijón. Eso si el 5 de octubre, o algún día antes, no depara una sorpresa contra la que siempre, en los últimos años, se ha rebelado el resistente Carmona.

Al capitán le han vuelto a enseñar el final de su trayecto en Asturias. La historia es una nueva parte de una saga que conoce. Carmona siempre parece que se va a ir, pero nunca hace las maletas. En los días de incertidumbre, Carmona resiste y gana una vida extra. Medio Gijón, o más, puede estar situándole en Cartagena, o donde sea necesario, porque su rostro ya es conocido y ocho años son muchos, suficientes. Pero es entonces cuando el capitán aplica su manual de resistencia; una teoría que, llevada a la práctica, es su éxito asegurado.

La historia del verano de 2020 tiene que ver con su estilo de juego, carente de la velocidad que precisa Gallego, y su contrato, reducido en su momento pero elevado para el fútbol del Covid. Su último año fue gris, como el de tantos otros. A Carmona le han invitado a salir. Ya va siendo mayor. Le descartaron para algún amistoso y vio desde la grada el primer día de la temporada. El Cartagena le ha llenado el móvil de mensajes cariñosos. La seducción se enfrenta a la economía y a la idea del jugador, inalterable hasta la fecha, de seguir en Gijón.

Dicen de Carmona, los pocos que saben lo que piensa en los días difíciles, que, antes o después, acaba jugando. Los números lo confirman. En la última etapa en Primera, las maletas, siempre cerca por si acaso, no se movieron de Gijón. Su resistencia venció y acabó jugando. Porque Carmona siempre acaba jugando. Sus defensores, ya menos, dirán que es por sus cualidades. Los críticos, aumentan cada poco, argumentarán que se beneficia de una competencia limitada. "No hay otro mejor", lamentarán. Entre unos y otros están sus compañeros. Los nuevos de cada verano suelen coincidir: el mejor es Carmona, el que más talento tiene. Algo verán ellos, claro está.

El capitán vio el debut en el banquillo-grada. Quién sabe lo que pensaría en el silencio de El Molinón. Ni calentó en la banda. Cuenta alguna persona cercana a Carmona que él es consciente de sus limitaciones, pero también de su capacidad para sumar en el entorno que le rodea. En otras palabras, que, por complejo que se presente el futuro, la oportunidad llegará y él sabrá aprovecharla. Que otros están por delante, pero que él es Carmona, el resistente, y que de fútbol hace años que sabe un rato.

En el aeropuerto de Murcia, los medios locales se fijaban en él, puede que pensando en volver a los pocos días para recibirle ya como nuevo futbolista del club del Cartagonova, donde es admirado. Casi nadie en Asturias pensaba verle jugar al día siguiente. La mayoría, puede ser, ni lo quería. Pero esos son los días en los que solo Carmona sabe resurgir. Con el Sporting atascado, David Gallego miró hacia arriba, ahí no había mucho donde elegir, y nadie con la velocidad que precisa el nuevo entrenador, pero sí estaba Carmona, que salió, jugó, ayudó a la mejoría y se fue del campo, cada vez más lejos del Cartagena y más cerca de resistir en Gijón, donde, pocos lo dudan, acabará jugando.