TERAPIAS

Una clínica en Oviedo incorpora a dos perros como terapeutas para ayudar a los niños a superar el miedo al dentista

Tuco y Ponga, dos perros de agua especialmente entrenados, se han convertido en los nuevos "asistentes" de un centro odontológico, su misión es ayudar a los niños a relajarse

Perro de terapia en Centro Miguel González
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COPE Asturias

Entrevista con Miguel González, odontólogo y Diego Arbesú, entrenador de perros

Yolanda Montero

Oviedo - Publicado el

4 min lectura

La odontofobia, o miedo al dentista, se refiere al temor desmesurado que provoca la sola idea de acudir a una consulta odontológica. Esta fobia tiene un origen psicológico y suele manifestarse, de manera especial, en los niños. Es bastante común que los más pequeños desarrollen este tipo de miedo, sobre todo durante sus primeras visitas, ya que para ellos la experiencia es algo completamente nuevo y desconocido. Ante la falta de familiaridad con el entorno del consultorio, los instrumentos y los sonidos que allí se producen, los niños tienden a imaginar que los procedimientos serán dolorosos, aunque esta creencia a menudo carece de fundamento.

Con el tiempo, si no se aborda, este miedo puede convertirse en una barrera para el cuidado dental, afectando la salud bucal a largo plazo. Por ello, es fundamental que los padres y los profesionales de la odontología trabajen juntos para brindar una experiencia positiva desde las primeras visitas, creando un ambiente de confianza y seguridad.

Tuco y Ponga visitan un colegio

Terapydogs

Tuco y Ponga visitan un colegio

Los perros como aliados en la consulta dental infantil

Las terapias asistidas con animales han ganado terreno como una estrategia efectiva en diversos ámbitos, incluyendo el sanitario. Esta metodología ha mostrado resultados positivos al reducir la ansiedad en los pacientes, especialmente en entornos que generan temor, como las consultas odontológicas. En Oviedo, la clínica dental del Dr. Miguel González se ha convertido en la única en España que emplea de forma continua a perros en sus tratamientos, revolucionando la experiencia de los más pequeños.

Cuando el Dr. Miguel González planeaba la apertura de su clínica en la capital asturiana, la Dra. Paula Bousoño, odontopediatra, le propuso una idea innovadora: incorporar perros para acompañar a los pacientes, en especial a los niños. “Paula me habló de esta posibilidad cuando estábamos organizando la documentación y preparando la apertura. Vimos que los perros podían disminuir la ansiedad de los niños y también la de los pacientes discapacitados, que atendemos con frecuencia. Decidí que era una excelente idea, y aquí están los resultados”, comenta González en COPE.

Diego Arbesú entrenando a un perro de agua

Terapydogs

Diego Arbesú entrenando a un perro de agua

Una nueva forma de combatir la odontofobia infantil

Tuco y Ponga es el nombre de los chuchos que colaboran en la clínica. Están especialmente entrenados para no generar ningún inconveniente durante las consultas. Siempre bajo la supervisión de un instructor, los canes acompañan a los niños desde el primer momento en que cruzan la puerta de la clínica. “Los pequeños pasan con el perro al interior del consultorio y, la verdad, se sienten encantados. Ahora logramos atender a muchos más pacientes, incluso aquellos que vienen referidos de otras clínicas donde no pueden manejarlos. Es increíble el cambio que hemos notado”, afirma González.

El uso de perros en el entorno odontológico no solo disminuye el miedo de los pacientes más jóvenes, sino que también mejora su disposición a colaborar durante los tratamientos. “El perro actúa como un puente de confianza, especialmente para aquellos niños que entran con miedo. Les quita el estrés, les da esa seguridad que necesitan para que confíen en el odontólogo y así podamos trabajar sin problemas”, explica González. Los resultados han sido tan positivos que cada vez más familias optan por este enfoque para tratar a sus hijos.

Tuco y Maya, perros de agua

Terapydogs

Tuco y Maya, perros de agua

Durante el tiempo que pasan en la clínica, los perros no solo acompañan a los niños en el sillón dental, sino que también juegan un papel crucial en la sala de espera. Aquí, se desarrollan juegos previos con los niños para que estos se relajen antes de entrar al gabinete. Se les anticipa lo que sucederá, se les muestra una réplica del tratamiento y se les permite familiarizarse con los instrumentos que se utilizarán, reduciendo así la ansiedad por lo desconocido.

El Dr. González cuenta con la colaboración de Diego Arbesú, fundador de Terapydogs, quien supervisa el entrenamiento de los perros que se utilizan en la clínica. Diego, un apasionado de los perros de aguas españoles, ha elegido esta raza por su tamaño mediano y su carácter tranquilo, ideal para trabajar con niños. “Elegimos esta raza porque no suelta pelo, lo que resulta perfecto en un entorno sanitario, y además son hipoalergénicos. De este modo, ningún paciente queda excluido por problemas de alergias”, explica Arbesú.

Los perros no solo reducen el miedo de los más pequeños al dentista, sino que también resultan una herramienta valiosa para pacientes con necesidades especiales. Arbesú señala: “Trabajamos con niños que están en el espectro autista, adaptándonos a sus necesidades. Los perros se convierten en elementos motivadores y colaboran con los terapeutas para alcanzar los objetivos que se fijan con cada niño. Esto no solo mejora su experiencia en la consulta, sino que también fortalece su confianza”.

Perros de agua

Terapydogs

Perros de agua

Durante el tratamiento, los perros se tumban junto a los pequeños en el sillón, creando un ambiente relajado. Una vez finalizado, los niños disfrutan de un momento de esparcimiento junto al perro, lo que les deja un recuerdo positivo de la visita. “Al terminar, utilizamos a los perros para jugar, hacer trucos o dar un paseo. Queremos que el niño se lleve un buen recuerdo de su visita al dentista”, comenta Arbesú en COPE Oviedo.

Este enfoque innovador ha transformado la experiencia de la consulta dental en la capital asturiana, convirtiéndose en un modelo a seguir para otras clínicas que buscan mejorar la atención de sus pacientes más jóvenes. Según González, “los perros no solo logran que los niños se relajen, sino que crean un vínculo que cambia por completo su percepción del dentista. Al final, lo que conseguimos es que los pequeños vuelvan a la consulta con una sonrisa”.

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