Siguen llegando refugiados a Asturias: Ania se reúne con su madre y su hermano

La pequeña había salido de Kiev hace 15 días con un Policía Nacional y este viernes ha llegado al Principado su familia

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Rubén Estuñiga: Están agotados, pero contentos de estar aquí

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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A sus 14 años, Ania Romanenko, uno de los niños de Chernobil que pasa sus vacaciones acogidos por familias españolas, puede volver a dormir hoy de nuevo junto a su hermano Misha, de 4, al que dejó en Kiev junto al resto de su familia poco antes de la invasión rusa, cuando fue trasladada a Asturias por Rubén, su padre durante los últimos ocho veranos.

Rubén Estuñiga, un policía nacional casado con otra agente del cuerpo, Lorena Escobio, decidió viajar a Kiev, la capital ucraniana donde residían Ania y su familia, desplazados de Chernobil después del accidente nuclear de 1986, para traer a España a la pequeña con visado de turista y con la intención inicial de que, al menos, pudieran permanecer con ellos durante noventa días.

Tras los farragosos trámites burocráticos Rubén y Ania pudieron llegar a Asturias antes de que los tanques rusos entraran en Ucrania. Pero atrás quedaba su madre, Liudmyla Starovoit, su hermano Misha y el padre de este, movilizado para defender el país de la invasión.

Con la colaboración de la ONG Expoacción, que trabaja para facilitar la estancia de 'niños de Chernóbil' en España durante los veranos, Rubén y Lorena contactaron con la madre de Ania para pedirle que intentara abandonar el país lo antes posible.

Junto a una parte de la familia paterna de Misha, la madre de Ania emprendió un viaje en tren y autobús hasta Yaremeche, una ciudad situada al este de Ucrania y próxima a Rumanía, Eslovaquia, Polonia y Hungría, por cuya frontera salieron de su país a pie tras conocer que en los accesos a territorio polaco se formaban ya colas de refugiados de hasta trece kilómetros.

Una parte de la familia optó por dirigirse a Alemania, donde contaban con familiares, mientras Liudmyla y Misha, con la ayuda de Rubén y Lorena desde España, lograban embarcar en un vuelo que anoche les llevó hasta Madrid para acabar su periplo desplazándose a Asturias.

EL REENCUENTRO EN ESPAÑA

Los tres miembros de la familia, han llegado este viernes "agotados", a la pequeña localidad de Coya, una parroquia del municipio asturiano de Piloña de apenas 350 habitantes, donde los padres adoptivos de Ania pasaban los veranos junto a la joven ucraniana y a su hijo, Mateo.

Ania ha relatado así a los periodistas el viaje de su madre y su hermano -que, nervioso, jugaba a su lado con una pequeña linterna- tras ser recibidos en la sede de la asociación de vecinos de un pueblo que se ha volcado con ellos y ha puesto a su disposición una de las casas facilitadas por uno de los cuarenta residentes en Coya que ofrecieron recursos para acoger a refugiados.

"Me siento mejor, a salvo y tranquila al estar con gente que conozco. Pero muy preocupada por mi país y por mis padres que siguen viviendo en Chernóbil, una zona ya ocupada por los rusos", ha asegurado Liudmyla en ucraniano, traducida a un perfecto castellano con acento asturiano por Ania.

Junta a ellas, Lorena Escobio pedía la colaboración de la sociedad y de las empresas de transportes para organizar, junto a Expoacción, una pequeña caravana de dos autobuses para trasladar a España a 120 madres con niños que la ONG tiene localizadas en la frontera polaca "en medio del frío" a la espera de ser evacuadas.

CERCA DE 200 UCRANIANOS ESPERANDO LLEGAR A ASTURIAS

Expoacción, con sede en Gijón y que organiza desde hace 16 años el programa de vacaciones de verano para niños de familias procedentes de Chernóbil que tras el accidente fueron trasladadas a una barriada de Kiev, espera además a otras treinta personas de varias familias que se encuentran ya viajando hacia Asturias, ha explicado el presidente de la organización, Jorge González.

De este programa, que en 2014 se amplió a la zona de Donetsk, han disfrutado desde entonces cada año unos 35 niños de 7 a 18 años acogidos por distintas familias asturianas, las mismas que ahora están dispuestas a ayudar e incluso a acoger en sus casas a sus madres, padres o hermanos.

La ONG, que ha recibido el ofrecimiento de casas por otras personas ajenas al programa vacacional, también se dispone a alquilar varios pisos y mantiene contacto con las administraciones para encontrar más lugares de alojamiento.

Sin embargo, ha pedido González, lo más necesario ahora es obtener medios de transporte para hacer llegar a las familias, puesto que, en las actuales circunstancias, el coste de movilizar un autobús desde Polonia puede ascender a 10.000 euros.

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