Eugenia Martínez Vallejo vuelve a Avilés: un cuadro que cierra el círculo

El Niemeyer acoge la obra de Carreño Miranda que dio origen a una de las esculturas más icónicas de Avilés

Borja García

Oviedo - Publicado el

2 min lectura

Eugenia Martínez Vallejo tiene una amplia historia vinculada a Avilés. Y eso que seguramente, en su momento, no supiera ni donde estaba la ciudad, porque nació en Cantabria. Y pasó a formar parte de la corte real. La relación con Avilés viene de un encargo realizado al artista local 'Favila'. Para hacer un homenaje al pintor avilesino Carreño Miranda, Favila eligió hacer una escultura de Eugenia, ya que Carreño ya tenía la suya en la plaza de Camposagrado. Y así nació la escultura de 'La Monstrua', que desde el barrio de Sabugo se ha convertido en una de las más icónicas de Avilés.

Y precisamente estos días el círculo se está cuadrando. A unos pocos metros de la estatua que Avilés custodia de Eugenia Martínez Vallejo, en el barrio marinero, se encuentra el cuadro que dio origen a todo. Al otro lado de la ría, la cúpula del Niemeyer expone hasta el 2 de junio el cuadro original que pintó Carreño Miranda en el siglo XVII. Por aquel entonces, Eugenia formaba parte de la corte real. Al rey le había llamado la atención por su aspecto y mandó a Carreño que la retratara. El paso de los años acabó poniendo nombre a lo que Eugenia padecía. El síndrome de Prader-Willi. El mismo paso de los años que ahora empieza a dejar de lado el apelativo con el que siempre se la ha conocido y con el que siempre se llama a la característica estatua. El de 'La Monstrua'.

La presencia del cuadro en el Niemeyer viene rodeada de actividades. Charlas como la que esta semana ha dado Javier Portús, jefe de Barroco del Museo del Prado, que ha prestado la obra al Niemeyer. Portús ha explicado en COPE lo importante que es lucir el cuadro de Martínez Vallejo en la ciudad que tan identificada está con ella: "Está muy relacionada con Avilés, no solo porque su autor fuera de aquí. Me da la sensación que de entre todas las obras de Carreño Miranda, es con la que la ciudad más se identifica. Es un gusto que este cuadro venga a su segunda casa".

Y es que es una obra que está muy bien documentada, por eso permite conocer tantos detalles sobre el pasado: "Es uno de los retratos de esa época sobre los que se tienen más datos. Se conocen las circunstancias personales de la persona a la que representa y también se sabe quién lo encargó y en qué condiciones".

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