PREMIOS PRINCESA

El emotivo discurso del representante de los sanitarios que han recogido el premio de la Concordia

El jefe de la UCI del Gregorio Marañón ha recogido el galardón y ha recordado a sus compañeros: "Quizá la historia no recuerde sus nombres, pero nosotros no los olvidaremos nunca"

JEFE UCI GREGORIO MARAÑON

Redacción COPE Asturias

Asturias - Publicado el - Actualizado

4 min lectura

El jefe de la UCI del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, José Eugenio Guerrero Sanz, ha recogido, este viernes, el Premio Princesa de la Concordia que, en este 2020, ha recaído sobre los sanitarios españoles que han luchado en primera línea contra la covid-19. El doctor ha destacado que "la concordia solo se obtiene con el esfuerzo de todos a través de la solidaridad".

Además, Guerrero Sanz, que ha representado a todo el colectivo de sanitarios, ha querido dedicar el premio a los fallecidos en su lucha contra la pandemia, "hombres y mujeres que dedicaron su vida a cuidar de otras vidas y que llevaron su generosidad y su compromiso hasta el extremo. Quizá la historia no recuerde sus nombres, pero nosotros no los olvidaremos nunca y hoy recogemos este premio en su memoria".

Este es el discurso completo de José Eugenio Guerrero Sanz:

Hemos aprendido que es difícil entender la palabra concordia si no va unida a la de

solidaridad y que una pandemia que nos trajo y trae tanto sufrimiento, dolor,

deshumanización y muerte, también nos ha recordado que la concordia solo se obtiene

con el esfuerzo de todos a través de la solidaridad.

Majestades, Altezas, excelentísimas e ilustrísimas autoridades, miembros del jurado,

distinguidos premiados, señores y señoras:

Es un orgullo y honor para mí, como trabajador de la sanidad y como médico intensivista,

haber recibido el cometido de agradecer en nombre de todos los sanitarios españoles el

Premio Princesa de Asturias de la Concordia.

Quiero que estas primeras palabras sean de agradecimiento al jurado, que nos ha

considerado merecedores de este premio. Un reconocimiento que, recordando a

Unamuno, es de todos y de cada uno de nosotros, los que construimos la vida diaria

anónimamente, sin que el nombre aparezca en ningún sitio, pero son o somos los

verdaderos protagonistas de la historia.

La historia del año 2020 estará marcada por la peor crisis sanitaria a la que el mundo se

ha enfrentado en el siglo XXI. Una pandemia que ha cambiado nuestra forma de vida y

que nos obliga a afrontar un futuro incierto. Pero que también nos ha enseñado lecciones

importantes y nos ha hecho recuperar valores esenciales.

Hemos aprendido que es difícil entender la palabra concordia si no va unida a la de

solidaridad y que una pandemia que nos trajo y trae tanto sufrimiento, dolor,

deshumanización y muerte, también nos ha recordado que la concordia solo se obtiene

con el esfuerzo de todos a través de la solidaridad.

Los terribles días de esta primavera los hemos vivido trabajando juntos y los hemos

superado gracias a la unión de los diferentes estamentos de la sanidad, con la conjunción

de esfuerzos tanto de los recursos públicos como privados, con la colaboración altruista

de muchas empresas y organizaciones facilitando material, el apoyo de los sectores

esenciales, así como la ayuda inestimable que han proporcionado los Cuerpos de

Seguridad del Estado.

Como sanitarios, nuestro trabajo ha sido luchar por la vida, por aliviar, por devolver la

esperanza en momentos inciertos. Hubo desaliento, cansancio infinito, lágrimas, miedo,

pero siempre volvimos a levantarnos porque rendirse no era una opción. Nunca fuimos

héroes, pero hicimos nuestro trabajo lo mejor que supimos y pudimos, conscientes de que

compartíamos un destino común con toda la sociedad y que en la lucha contra el virus no

era posible esperar milagros, solo valía el trabajo, la dedicación y el esfuerzo, más allá de

cualquier límite.

No fuimos héroes. O quizá lo fuimos todos. Porque frente a una pandemia que nos

obligaba al distanciamiento, supimos romper la barrera y hallar un punto de encuentro y

a las 8 de la tarde, cada día, salíamos a aplaudir a la vida, a buscar en la mirada de los

otros la fuerza para seguir adelante, sabiendo que no estábamos solos.

Hemos aprendido también que un buen sistema sanitario ofrece seguridad en tiempos de

incertidumbre y proporciona estabilidad y paz social, imprescindibles para hacer frente a

una crisis como la que hemos afrontado y seguimos afrontando. No podemos olvidar que

el virus sigue ahí y hoy es más importante que nunca cuidar de nuestra sanidad e intentar

mejorarla entre todos día a día.

Permítanme que mis últimas palabras sean para los compañeros sanitarios que han

fallecido en su lucha contra esta pandemia, hombres y mujeres que dedicaron su vida a

cuidar de otras vidas y que llevaron su generosidad y su compromiso hasta el extremo.

Quizá la historia no recuerde sus nombres, pero nosotros no los olvidaremos nunca y hoy

recogemos este premio en su memoria.

Muchas gracias.

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