Togo y Alfa: los dos héroes de cuatro patas que salvaron a su familia de un incendio en la casa rural en la que se encontraban

Rocío Estepa, su marido y sus dos hijos dormían cuando se desataron las llamas

Pedro Rivero

Asturias - Publicado el

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Se suele decir que el perro es el mejor amigo del hombre y, con historias como esta, la teoría se ve reforzada. Rocío Estepa, su marido, Aitor, y sus dos hijos lo tendrán muy presente para el resto de sus vidas. Y es que, si siguen vivos, es, en parte, gracias a dos héroes de cuatro patas. Uno se llama Togo, un pastor australiano de cuatro años. El otro es Alfa, un husky de dos.

Esta familia de Laviana se encontraba pasando unos días en una casa rural de Ribadeo. Todo era felicidad, hasta que llegó la noche. Cuando todos dormían, la chimenea se incendió. Las llamas comenzaron a ganar terreno por el falso techo, mientras el humo comenzaba a inundar la casa. Fue entonces cuando Togo y Alfa, los únicos de la familia que se encontraban fuera de los dormitorios, se percataron de la situación.

"Primero, Alfa lloró. Pero como es un berrón y llora a todas horas por todo, pues no le di mayor importancia y me quedé dormida otra vez", explica Rocío. Pero los perros insistieron. "Cuando me vuelvo a despertar y escucho, les oigo rascar en la puerta como poseídos, sin llegar a ladrar. No sé si para avisarnos o para refugiarse, pero la cuestión es que me despertaron", recuerda la dueña.

Cuando Rocío abrió la puerta de la habitación "aquello era el infierno". Las llamas se habían apoderado del techo y el humo impedía ver. "Intenté despertar a gritos a mi marido y mis hijos. Ellos no se acuerdan, porque no se despertaban, pero yo grité". Finalmente, tuvo que despertarles a base de meneos. Una vez despiertos todos, lograron salir a tiempo de la casa y llamar al 112.

R.E.

Togo y Alfa, dos héroes de cuatro patas

"compañeros de vida"

Con el susto aún en el cuerpo, Rocío espera que esta historia "sirva para concienciar de que tener a dos miembros de la familia que no sean humanos conlleva una responsabilidad muy grande, y de que hay que tratarles como tal". "Ellos no piden venir a nuestra casa. Los traemos porque queremos. Entonces, hay que ser compañeros de vida y saber estar con ellos", explica.