MEDIO AMBIENTE

El Roque Nublo agoniza: "Triste, frustrante, indignante"

Javier Benítez

Gran Canaria - Publicado el

2 min lectura

Es “una vergüenza, es indignante y es muy preocupante” ver los espacios naturales más queridos por la población de Gran Canaria poblado de basura humana, es “un espectro insidioso que se arrastra por los rincones más emblemáticos profanando la belleza y pureza del entorno”.

Es lo que ocurre en el gran símbolo de la isla, la situación de abandono, dejadez e incivismo del entorno, conocido por su biodiversidad única se carga con las fotos que acompañan esta noticia y que ha sido denunciada en Herrera en COPE Gran Canaria por uno de los portavoces de la Asociación Azaenegue Naturalistas. Daniel González asegura que estas fotografías son intolerables y le es muy difícil de describir los sentimientos que le despierta: “Triste, frustrante, indignante”.

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Destaca que estas imágenes son muy preocupantes “porque está ocurriendo en el Roque Nublo, que es un espacio emblemático”. Pero “no solo se limita al Nublo”, asegura, sino que “la presión en la isla es insostenible e imágenes muy parecidas se pueden encontrar en Guayadeque, el Barranco de los Cernícalos o incluso las dunas de Maspalomas”.

Las fotografías hablan por sí solas. Una de las más llamativas es una especie autóctona de la isla: “Se trata de un lagarto juvenil que suelen ser muy hábiles, pero no han resistido el paso de tanta gente”. Otra es una cueva ocupada, “un despropósito que en este entorno que debería estar protegido, haya gente ocupando una cueva.”

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No es fácil solucionar este problema, se barajan varias vías: el tránsito de personas “es un paño caliente”, porque “la raíz del problema es que hablamos de un territorio frágil y pequeño y hay demasiadas personas”, por lo que apuesta por reducir la masificación y “establecer límites y poner solución a la sobredimensión de la población”.

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En este campo de batalla entre lo humano y lo natural, queda claro que el precio de la indiferencia es muy alto. Mientras las especies se van exterminando, hay que recordar que nuestra relación con la naturaleza debe ser de respeto y protección, no de explotación y desdén. La elección, una vez más, está en nuestras manos.

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