Los veterinarios del Hospital Clínico de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria denuncian turnos extenuantes de 16 horas diarias

Aseguran que les afecta a su salud mental: "Necesitamos el doble de plantilla para cumplir con nuestro trabajo"

Humberto Romani

Humberto Romani

Javier Benítez

Gran Canaria - Publicado el

3 min lectura

Los veterinarios del Hospital Clínico Universitario de Las Palmas afrontan una realidad difícil y sombría: jornadas laborales extenuantes, plantillas insuficientes y un creciente malestar físico y emocional que amenaza con colapsar el servicio. 

Humberto Romaní, veterinario y presidente del comité de empresa, ha alzado la voz en Herrera en COPE Gran Canaria con Javier Benítez, para denunciar una situación que lleva tiempo gestándose, pero que ha alcanzado un punto crítico. “Estamos trabajando entre 15 y 16 horas diarias, con un equipo reducido al 40 % de lo que debería ser. Solo 15 personas estamos cubriendo toda la zona norte de la isla, un área que requiere mucha más atención de la que podemos brindar", asegura con un tono de cansancio palpable.

Plantilla reducida, responsabilidades desbordadas

Las cifras presentadas por Romaní revelan una situación alarmante. Con solo el 40 % del personal necesario, los veterinarios no solo deben hacer frente a sus tareas habituales, sino que también asumen turnos de guardia nocturnos y fines de semana, lo que lleva al agotamiento. "Estamos sobrepasando el límite del 80 % de horas extras permitidas por la ley, y esto está afectando nuestra salud mental de manera muy seria", denuncia Romaní, reflejando el sentimiento de impotencia que comparte con sus compañeros.

La sobrecarga de trabajo no solo pone en riesgo a los profesionales, sino también la calidad del servicio que reciben los pacientes animales y, en última instancia, la salud pública. Con una plantilla tan limitada, la capacidad de respuesta ante emergencias o situaciones críticas se ve comprometida, lo que genera preocupación en toda la comunidad.

"Estamos quemados": el impacto en la salud mental

El impacto de estas jornadas interminables no es solo físico. Romaní, visiblemente preocupado, afirma que el desgaste emocional de los veterinarios ha llegado a un punto límite: “Estamos quemados, no podemos más, ni física ni mentalmente. Esta situación está generando problemas graves de salud mental en muchos de nosotros”. La presión constante, unida a la responsabilidad de atender a tantos animales y la escasez de recursos, ha afectado el bienestar psicológico de los veterinarios, quienes ya han tenido que recurrir a bajas laborales por estrés y ansiedad.

El sentimiento de estar atrapados en un ciclo interminable de trabajo ha minado el ánimo del personal. "La vocación y el compromiso no pueden sostener esto por más tiempo", advierte Romaní. El hospital, que debería ser un espacio de atención y bienestar para los animales, se ha convertido en un lugar donde sus propios trabajadores se encuentran al borde del colapso.

Soluciones urgentes

La situación ha generado preocupación entre las autoridades locales y la ciudadanía, pero, hasta el momento, las soluciones parecen lejanas. Los veterinarios del hospital han elevado múltiples peticiones para aumentar la plantilla y mejorar las condiciones laborales, pero la respuesta ha sido insuficiente. "Necesitamos acciones inmediatas, no promesas vacías", reclama Romaní.

Ante la falta de personal, los veterinarios se ven obligados a priorizar los casos más urgentes, mientras que muchos otros deben esperar más de lo recomendado. Esto no solo aumenta el riesgo para los pacientes animales, sino que también genera una carga emocional adicional en los profesionales que sienten que no están cumpliendo con su labor como deberían.

El futuro incierto

Con un equipo agotado y sin señales claras de mejora, el futuro de los servicios veterinarios en el Hospital Clínico Universitario de Las Palmas es incierto. Si no se toman medidas pronto, el riesgo de un colapso total del sistema es inminente. "No podemos seguir así", sentencia Romaní, antes de hacer un llamado urgente a las autoridades: "Necesitamos más personal, mejores condiciones y respeto por nuestro trabajo. Si no se actúa ya, será demasiado tarde".

Mientras tanto, los veterinarios siguen en pie, enfrentándose día tras día a jornadas interminables y una carga emocional que no cesa. Sin embargo, la pregunta que flota en el aire es si podrán resistir mucho más tiempo bajo estas condiciones extremas.