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Una víctima de un fotomontaje sexual en Gran Canaria: "Siento miedo y desde que recibí la foto, no puedo dormir"
Blanca Rodríguez teme que tras la foto, el agresor sexual "vaya más allá"
Gran Canaria - Publicado el
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Las redes sociales han abierto una ventana al mundo, donde la distancia física se desvanece y las vidas se entrelazan a través de publicaciones, likes y comentarios. Lo que en su inicio parecía una celebración de la conectividad global, hoy se revela como un terreno minado donde las amenazas acechan, invisibles, detrás de cada fotografía que compartimos.
El mundo digital, en su descontrolada expansión, ha dejado expuesta nuestra intimidad, convirtiéndonos en objetivos de agresores sexuales que encuentran en estas plataformas una oportunidad para acosar y violentar. Cada día, millones de personas suben imágenes a sus redes sociales sin detenerse a pensar en los riesgos asociados. Las fotos familiares, las salidas con amigos o incluso los momentos más triviales pueden convertirse en armas en manos equivocadas.
Cuando recibí la foto sentí asco y miedo
Los agresores sexuales han aprendido a aprovechar esta sobreexposición, utilizando las imágenes que nosotros mismos proporcionamos para distorsionar, manipular y acosar. El caso que expuso Blanca Rodríguez en Herrera en COPE Gran Canaria con Javier Benítez, una joven madre, es un claro ejemplo de la pesadilla que puede desatarse cuando confiamos demasiado en la seguridad de nuestras publicaciones. Blanca compartió una imagen en la que aparecía con su hijo, sin pensar que, tiempo después, esa foto sería el material de una aberración digital. Un día, recibió un mensaje privado de un desconocido: “cuando lo recibí, no me lo podía creer, me quedé paralizada, primero sentí asco, pero después miedo.”
En él, había un video que la dejó paralizada: alguien había editado la imagen, eliminando a su hijo y sustituyendo su rostro y cuerpo por una versión desnuda de ella, manipulada con inteligencia artificial. Lo más perturbador era la escena que el acosador había montado, eyaculando sobre la imagen, como si hubiera logrado invadir su vida sin haber cruzado una puerta. La repulsión inicial que sintió Blanca fue inmediata, pero lo que vino después fue aún peor: miedo. Un miedo que se instaló en su mente y no la ha dejado desde entonces. Si alguien podía hacer algo así a partir de una inocente foto, ¿hasta dónde llegaría?
No he podido dormir y mi familia no me deja sola
Las redes sociales, que para muchos son un espacio de diversión y expresión, se convirtieron para Blanca en una amenaza constante. La paranoia de sentirse observada y vulnerada ha alterado su vida cotidiana, asegura que el vídeo le ha afectado mucho, “no he podido dormir, mi familia se ha preocupado por estar cerca, mi padre que estaba de viaje, ha regresado para estar conmigo, los familiares no me dejan sola por la noche”, una paranoia por si “da un paso adelante y viene a por mí”.
Blanca Rodríguez sigue luchando con las secuelas psicológicas de un ataque que jamás imaginó. Su caso no es único, pero es el espejo en el que todos deberíamos mirarnos. Lo que comenzó como una simple publicación en redes sociales terminó siendo una pesadilla. Su historia es un testimonio doloroso de la fragilidad de nuestra seguridad en el vasto e incontrolable océano de internet.