Maykel, un inmigrante cubano: tras muchas penurias consiguió empleo en Canarias y ahora le impiden trabajar
Para llegar a Europa atravesó bosques a dos grados, cruzó ríos helados, e incluso lo apuntaron en la cabeza con un Kaláshnikov

La dura historia de Maykel
Gran Canaria - Publicado el - Actualizado
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Maykel. Nombre ficticio, pero historia real, es uno de esos rostros que se pierden entre expedientes y normativas cambiantes, silencios administrativos que tanto perjudican la integración de las personas, su historia es digna de película para transmitir el sufrimiento sin límites que pasan miles de inmigrantes que en busca de un futuro mejor se encuentran con las barreras de las administraciones; las mismas a las que se les llena la boca pidiendo trato humanitario.
cruzar bosques a dos grados de temperatura con lo puesto
Cubano, trabajador incansable, buena persona, buen compañero, se ha convertido en un ejemplo de lo que ocurre cuando las políticas olvidan uno de los principios más básicos de los inmigrantes: integración.
En Herrera en COPE Gran Canaria, hemos escuchamos su estremecedor testimonio y es que su llegada a Europa no fue un viaje, más parecido a un viacrucis: "Llegué a Serbia con lo puesto con un permiso de trabajo, pero nos fue imposible encontrar uno, la idea fue cruzar fronteras para llegar a España".
Acostumbrado a un clima cálido, tuvo que soportar las duras inclemencias del tiempo: "Tuvimos que caminar por montes, montañas, bosques a tan solo dos grados, cruzar ríos helados cuya agua nos llegaba hasta la cintura", que convertían su camino de esperanza en una prueba de resistencia mental y física.
Me apuntaron con un Kaláshnikov en la cabeza
Pero mantenerse en esas condiciones es muy complicado porque falta la comida y las fuerzas se desvanecen: "comíamos comida enlatada, pero en más de una ocasión se nos acabaron las provisiones y por supuesto temí muchas veces por mi vida".
Su odisea por ríos helados, bosques de osos que afortunadamente no les atacaron y trato con las autoridades es digno de contar, pero indigno de sufrir: "la policía no nos trató bien, incluso nos exigían dinero que no teníamos". En Croacia vivió uno de los momentos más duros de su camino: "ahí la policía es muy violenta, me arrodillaron y llegaron a apuntarme con un Kaláshnikov".
Aun así, logró sobrevivir y llegar a Canarias, como tantos otros, en busca de un lugar donde reconstruir su vida, lo logró durante un tiempo: "conseguí la llamada tarjeta roja" que le permite contar con un número de identificación y a partir de aquí, abrir una cuenta corriente y entrar en el mercado laboral, y lo consiguió, se ganaba el pan: "trabajé legalmente y cotizo a la Seguridad Social".
le retiraron la tarjeta roja: "me abocan a la economía sumergida"
Pero, después de tres años, todo se torció, en un movimiento difícil de entender y sin mediar explicación de por medio, la administración le retiró la tarjeta, sin ella Maykel no puede recuperar su número de identificación, por tanto, no puede seguir trabajado y la cafetería donde presta sus servicios les trasladó que sin documentos no puede renovar su contrato.
Pero si esto es indignante, las consecuencias son inhumanas, porque lo han dejado sin prestación alguna: "me han dejado en un limbo, no tengo ni permiso de trabajo ni tampoco paro", se lamenta, "no soy un delincuente, soy un trabajador normal, pago mis impuestos y ahora no tengo nada."
La única solución que le queda es acudir a la economía sumergida, su familia no solo en Canarias, también en cuba depende de él: "mi familia es mi madre, mis hermanos, mis abuelos y solo cobran una paga de 1.000 pesos cubanos, para que te hagas una idea, un cartón de huevos cuesta 2.000 pesos", la administración arrastra a estas personas a la más absoluta indignidad.
la explicación de una abogada de extranjería
Desde el ámbito legal, la abogada de extranjería, Loueia Mint, lo explica muy claro: "las administraciones públicas están abocando a personas a la irregularidad, no se pueden establecer como familias y si vienes de un país extracomunitario, sobre todo con la reforma que entra en vigor a mediados de mayo, su marco se vuelve mucho más complicado".
Maykel debe esperar ahora dos años en situación irregular, sin garantías, sin recursos, sin horizonte claro. Dos años que para la burocracia es un trámite, mientras que para él significan hambre, incertidumbre y ruptura familiar.
Si la historia no es la única, su voz valiente y directa da forma a una realidad incómoda: la desintegración que promueve, la administración que justo debe garantizar lo contrario.