Una madre pide campamentos de verano inclusivos: “Es cruel dejarlo todo el verano en casa”

El verano ya ha comenzado para miles de niños en Canarias. Con el fin del curso escolar, arrancan los campamentos y escuelas de verano en muchos municipios. Sin embargo, no todos los niños pueden disfrutar de ellos. Elena, madre de un niño con trastorno del espectro autista y grado 3 de dependencia, denuncia que su hijo, un año más, se quedará fuera por falta de plazas adaptadas.

“Este año se organizó un campamento en el municipio donde vivo y en el cartel ponía que era para familias con hijos con discapacidad”, ha explicado Elena en los micrófonos de COPE Gran Canaria. “Llamo por teléfono a la empresa que lo gestiona y me dicen que solo admiten niños con grado 1 y 2 de dependencia. Mi hijo tiene grado 3 y me dicen que no porque no tienen contratados los apoyos necesarios. Él lleva pañal, necesita ayuda con las comidas…”.

Mi hijo tiene grado 3 y me dicen que no porque no tienen contratados los apoyos necesarios. Él lleva pañal, necesita ayuda con las comidas…

Elena, madre de un niño con trastorno del espectro autista

 Una barrera que se repite cada verano  

La situación se repite cada año. Elena asegura que lleva tiempo insistiendo al ayuntamiento de su localidad para que incluya plazas adaptadas para niños con mayores necesidades. “Me dijeron que harían algo, pero no han hecho nada. Estoy dispuesta a pagar si hace falta”, asegura con frustración.

“Todo es cuestión de dinero, eso me dicen. Pero yo estoy dispuesta a asumir ese gasto si hace falta. Lo que me parece cruel es que mi hijo tenga que pasar todo el verano en casa, sin poder compartir con otros niños, sin actividades. Él quiere salir, estar con otros niños de su edad, no estar en casa solo con un adulto”.

Él quiere salir, estar con otros niños de su edad, no estar en casa solo con un adulto

Elena, madre de un niño con trastorno del espectro autista

 Un verano sin socialización  

Elena subraya que su hijo pierde en verano todo lo que gana durante el curso. “Son nueve meses de esfuerzo para que luego, en dos meses, pierda rutinas, habilidades y oportunidades de socializar. Es muy injusto”.

Y lo que le espera este verano ya lo tiene claro: “Estará en casa conmigo, y como mucho lo podré llevar a la playa. Pero ni eso es fácil. Tiene movilidad limitada. Si no consigo aparcar cerca, no puedo llevarlo. Y además, el ruido del mar siempre lo ha puesto nervioso. Ahora lo tolera más, pero sigue siendo complicado”.

Estará en casa conmigo, y como mucho lo podré llevar a la playa. Pero ni eso es fácil. Tiene movilidad limitada.

Elena, madre de un niño con trastorno del espectro autista

 La conciliación, imposible para muchas familias  

El caso de Elena no es aislado. Muchas familias con hijos con discapacidad se enfrentan a la imposibilidad de conciliar en verano por la falta de opciones inclusivas. Campamentos que se anuncian como “para todos”, pero que excluyen a quienes más los necesitan.