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¿Derribo o resignificación? El debate sobre el Monumento a Franco en Santa Cruz vuelve a encenderse

La escultura mantiene un papel protagonista 58 años después de su inauguración

Bryan Estupiñán

Tenerife - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

      
      
             
      

El debate sobre el destino del Monumento a Franco en Santa Cruz de Tenerife ha vuelto a copar titulares y dividido a la sociedad tinerfeña. Esta imponente estructura, oficialmente llamada "Monumento a la Victoria", es para muchos un símbolo de la dictadura y para otros, un simple vestigio del pasado que forma parte del paisaje de la capital insular. Pero, ¿qué hacer con él? ¿Derribarlo, resignificarlo o conservarlo como testimonio histórico?

Un conflicto de opiniones

El alcalde de Santa Cruz, José Manuel Bermúdez, y la presidenta del Cabildo de Tenerife, Rosa Dávila, han protagonizado un intercambio de opiniones en torno a la gestión del futuro de esta obra del escultor Juan de Ávalos. Mientras que Bermúdez ha insistido en que cualquier cambio debe hacerse desde el Ayuntamiento y a través de un proceso de participación ciudadana, Dávila sugiere resignificarlo y darle un nuevo nombre que lo desvincule del régimen franquista.

"El Monumento es propiedad municipal y cualquier intervención debe pasar por un proceso de participación ciudadana", afirmó el alcalde en un tono que parecía dirigido a Dávila, quien había adelantado en días previos la idea de renombrar el conjunto escultórico como "Monumento a la Concordia".

El BIC: ¿Protección o sentencia?

Otro ángulo del debate gira en torno a la posibilidad de que el Monumento sea declarado Bien de Interés Cultural (BIC). Una sentencia judicial obliga a iniciar el expediente para evaluar su valor histórico y artístico, lo que ha generado controversia. El portavoz socialista en el Cabildo, Pedro Martín, se ha mostrado en contra, afirmando que informes elaborados durante su mandato concluyeron que la escultura "carece de valores artísticos excepcionales".

Sin embargo, la Ley de Memoria Histórica apunta en la dirección contraria: eliminar o resignificar símbolos que enaltezcan la dictadura. Si el monumento fuera protegido como BIC, Santa Cruz podría verse atada de manos para su derribo o transformación.

Bryan Estupiñán

Monumento a Franco

La opinión de la calle

El debate institucional se replica en las calles de la capital tinerfeña. Eva, una vecina de la zona, lo tiene claro: “Me parece monstruoso. No entiendo un ángel celestial con una espada, que representa guerra y sangre”. Para ella, resignificarlo sería imposible: "Concordia significa amistad y colaboración, y este monumento no transmite nada de eso".

      
             
      

Pero no todos piensan igual. David, un vecino que ha crecido viendo la escultura, admite que no le agrada, pero tampoco le gustaría que desapareciera. "Si lo quitan, será por la mayoría que está en contra, pero es algo que he visto toda la vida. A veces es nostalgia, no ideología".

Un debate sin final

Mientras la sociedad canaria sigue dividida, el futuro del monumento depende ahora de los expertos y de las decisiones políticas que se tomen en los próximos meses. Más allá de su valor artístico, el verdadero debate no es estético, sino simbólico. ¿Es posible resignificar lo que para algunos es un recordatorio de la dictadura y para otros, simplemente, un elemento del paisaje urbano?

En un contexto donde la Ley de Memoria Histórica y la demanda social por la reparación de las víctimas de la Guerra Civil siguen vigentes, Santa Cruz se enfrenta a una decisión que podría marcar un antes y un después en la forma de gestionar su pasado.

      
             
      

La última palabra

Aunque el expediente BIC es solo el inicio, la polémica ha demostrado una vez más que la memoria histórica sigue generando profundas divisiones. El futuro del Monumento a Franco no solo depende de resoluciones judiciales, sino de la capacidad de la ciudadanía y de sus representantes de llegar a un consenso sobre cómo recordar, resignificar o, tal vez, olvidar el pasado.