SOCIEDAD
Un barrio de Santa Cruz de Tenerife, con problemas de drogas y prostitución
Vecinos de la zona muestran su preocupación por la inseguridad que se vive en los alrededores
Tenerife - Publicado el - Actualizado
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Las quejas vecinales están siendo habituales en Santa Cruz de Tenerife, en los alrededores de la zona del albergue municipal, y es que en las últimas fechas ha proliferado un gran número de personas sin hogar que acampan en las inmediaciones de las calles Pedro Salinas con Ramiro de Maeztu y en la explanada del Pabellón Municipal Pancho Camurria.
Victor es uno de esos vecinos que ha denunciado públicamente como las tiendas de campaña están aumentando progresivamente frente a los jardines cercanos a sus hogares. “Por la noche, esto se llena de colchones y casetas de campaña y durante el día todo lleno de sillas”.
Otra de las quejas, viene a raíz de la salubridad. Quienes pasean por el lugar, pueden ver latas de orina, o cómo hacen sus necesidades en plena vía pública. Un problema que quieren trasladar a las diferentes administraciones para encontrar una solución que satisfaga a todas las partes.
Los problemas, por supuesto, no acaban aquí. María es una vecina de Somosierra que, junto a dos amigos del Barrio de los Gladiolos, paseaban por la zona del Pancho Camurria y nos describía cómo ha cambiado el barrio en los últimos años, alegando que la zona no es segura a según qué horas transites por él. Pese a trabajar en el sur de la isla y tener que lidiar con extranjeros en estado de embriaguez, considera que nada tiene que ver con la inseguridad que siente paseando por las calles de Somosierra.
La zona se ha llenado de indigentes que han adquirido malas costumbres, tales como consumo de alcohol, tráfico de drogas y prostitución. En referencia a este último punto, aclaró que ha visto incontables veces como mujeres jóvenes en torno a la treintena de edad entran en coches de personas mayores que ellas de forma constante.
Debido a estas circunstancias que describía María, la Unipol fue el cuerpo de seguridad designado para desalojar a los campistas de los alrededores del pabellón que podría rondar la decena de personas, aunque alli siguen viviendo tres vecinos en las chabolas ubicadas en la explanada.