Kamala Harris y las mujeres en la política española
Escucha ya el editorial de Guillermo García en La Mañana de COPE Tenerife
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Miren, todo el planeta ha dirigido sus miradas en las últimas horas hacia Washington con la toma de posesión de Joe Biden como nuevo presidente de la nación más poderosa del mundo. Pero el nuevo inquilino de la casa blanca ha quedado seguramente eclipsado por la figura de una mujer, Kamala Harris, que ya se ha convertido en un icono del siglo XXI.
En un país tradicionalmente conservador, esta mujer, hija de un profesor de universidad jamaicano y de una oncóloga de origen asiático, ha llegado a la vicepresidencia rompiendo todos los techos de cristal y situándose en la carrera de suceder en el futuro a su octogenario jefe de filas. Y es indudable que eso es una gran noticia para el mundo, y para el papel de la mujer fundamentalmente en la sociedad occidental.
Aquí en Europa hemos tenido ya casos de mujeres líderes, como Angela Merkel o Margaret Thatcher, mujeres de recio carácter y de una fortaleza política a prueba de cualquier insinuación de carácter machista. Mujeres que han sabido dirigir sus respectivos países en tiempos difíciles, y que han accedido a poder de manera natural, sin revoluciones o exabruptos como pretenden algunos en España, simplemente, porque eran mejores que los hombres y así lo entendieron sus respectivos partidos primero y el electorado después.
Y llegados a este punto, he de afirmar con rotundidad que aquí en España, sería muy sano para nuestra sociedad que tuviéramos por fin una primera presidente del Gobierno. Tuvieron la oportunidad los dos grandes partidos PSOE y PP, con Susana Díaz y Soraya Sáenz de Santamaría de entregar el liderazgo a dos mujeres, y en ambos casos renunciaron a hacerlo, algo que a mí, me parece que fue un craso error, porque honestamente no creo que estén menos capacitadas que Pedro Sánchez o Pablo Casado.
Desde luego es una asignatura pendiente que creo, nuestro país, tiene que superar. Eso sí, desde la normalidad y no desde la imposición autoritaria que pretenden esos que presumen de ser lo más feministas de boquilla, y acaban demostrando con sus actos, que caen en el machismo más rancio.