SOCIEDAD

Conocemos dos historias de superación junto al padre Pepe de la Fundación Canaria El Buen Samaritano

Gracias a la ayuda del párroco de Añaza y Los Gladiolos, dos jóvenes migrantes pueden seguir pensando en labrarse un futuro

Bryan Estupiñán

Tenerife - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

El Ministerio del Interior cifraba en 70.000 personas migrantes las que llegarán a Canarias durante el 2024, superando holgadamente los datos del año pasado (en torno a 40.000), que supusieron un récord que, incluso, superó los datos de la crisis de los cayucos de 2006 (31.678). A falta del Real Decreto que obligue a otras comunidades autónomas a acoger a los menores extranjeros no acompañados, surge la duda de qué pasará con los jóvenes que llegan a las costas del archipiélago una vez han cumplido la mayoría de edad, que pasan de estar tutelados por el Gobierno de Canarias a quedarse totalmente desamparados.

Precisamente, siendo conocedores de esta situación, la Fundación Canaria El Buen Samaritano, presidida por el padre Pepe, párroco de las iglesias de Añaza y Los Gladiolos, entre otros muchos proyectos donde, además de ayudar a la población local, prestan atención a más de 75 migrantes mayores de edad que se alojan en los nueve pisos que tiene la fundación y donde se cubren las necesidades de estos chicos que rompen los moldes estereotipados de lo que la sociedad cree que son los migrantes.

Precisamente, se tiene el concepto erróneo de que las personas que llegan en cayucos a Canarias carecen de formación y no se adaptan a la cultura de su nuevo país de acogida. La redacción de COPE Tenerife, ha tenido acceso a las entrañas de la propia fundación donde nos atendió el padre Pepe, y pudimos conocer a Abibo Danfa, un joven de 18 años procedente de Guinea-Bisáu, que tras siete días de travesía en el mar, llegó a la costa de El Hierro hace aproximadamente nueve meses y posteriormente fue enviado a Tenerife: "Siete días muy duros donde podíamos comer y beber una vez por día".

Aunque lo verdaderamente llamativo de Danfa, es su capacidad de aprendizaje, ya que habla ocho idiomas y aprendió el castellano en tan solo mes y medio, fruto de la necesidad. Por no decir que en su tierra ya se dedicaba tanto a la agricultura como al comercio. Sin embargo, a pesar de dedicarse a otros sectores, uno de sus sueños es conseguir los papeles para que pueda continuar con su formación y convertirse en un futuro en periodista.

En la misma sala, se encontraba su compañero Mustafá Sano, procedente de Gambia y también de 18 años de edad, que pasó nueve días en un cayuco hasta llegar a Canarias. En su formación, también destaca el conocimiento de seis idiomas, con un destacado aprendizaje del castellano, al igual que ocurre con Abibo, que le ha permitido adaptarse a la perfección a su nuevo entorno. En su región, acostumbraba a ejercer labores de peluquería y albañilería, aunque desde la Fundación Canaria El Buen Samaritano, ha descubierto otras profesiones como pueden ser, carpintería, cocina, costura, agricultura o el teatro. Su forma de devolver la confianza que han depositado en él pretende devolverla esforzándose en sus estudios.

En definitiva, dos claros ejemplos de personas con un potencial enorme que han sacrificado sus vidas para lograr un futuro próspero que han encontrado, a través del padre Pepe y de su fundación, el apoyo necesario para desarrollarse en una tierra cada vez más conocida para ellos. Ahora tan solo falta que la sociedad aprenda a observar a estos chicos a través de su esfuerzo, potencial y constancia.

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