Sociedad

El drama de los vecinos de Chasna sigue vigente: imposible alquilar una vivienda con hijos a cargo

Empezar de cero una y otra vez parece no darle resultado a una de sus vecinas

Bryan Estupiñán

Tenerife - Publicado el

5 min lectura

El pasado mes de marzo, el Edificio Chasna, en el municipio de Arona, en Tenerife, fue desalojado debido a un grave deterioro estructural. Este incidente afectó a más de 90 familias, sumando 208 personas, lo que lo convirtió en uno de los desalojos más masivos en la historia reciente de la isla. La causa principal del desalojo fue la aluminosis, una enfermedad del hormigón que pone en serio riesgo la estabilidad de las estructuras y, por tanto, la seguridad de sus habitantes. Este suceso atrajo gran atención mediática en su momento, pero a pesar de la magnitud del problema, la situación de muchas de las familias afectadas sigue siendo precaria y, en algunos casos, ha empeorado.

El calvario de los desalojados: el caso de Iris

Una de las personas más afectadas por este desalojo es Iris, madre de una niña pequeña. El día en que tuvo que abandonar su hogar, su hija cumplía seis años, un evento que quedó marcado en su memoria como uno de los momentos más dolorosos. Desde entonces, la vida de Iris ha sido un auténtico calvario. Tras abandonar el edificio, se vio obligada a trasladarse a la casa de sus padres, donde la convivencia pronto se volvió insostenible debido al hacinamiento y las tensiones derivadas de compartir un espacio reducido con demasiadas personas.

Iris ha intentado en repetidas ocasiones alquilar una vivienda, pero ha encontrado barreras inesperadas. Según su testimonio, muchos propietarios se niegan a alquilar a personas con hijos, priorizando a funcionarios o a aquellos que buscan alquileres de corta temporada. Esta discriminación ha obligado a Iris a vivir en alquileres vacacionales, pagando precios exorbitantes y saltando de un municipio a otro sin poder establecerse de manera permanente. Entre los anuncios que ha encontrado,  los propietarios piden hasta seis meses de alquiler por adelantado y precios que superan los 950 euros mensuales, motivos que han impedido una solución permanente.

“Estoy viviendo de alquiler vacacional, pagando una fortuna para poder tener un techo para mi hija y para mí. A pesar de tener el dinero, nadie me quiere alquilar una vivienda”, lamenta Iris, quien también cuenta que la presión y el estrés le han llevado a sufrir problemas de salud, incluidos brotes alérgicos. La desesperación la ha llevado a plantearse, en varias ocasiones, volver a ocupar su antigua vivienda en el Edificio Chasna, aunque esto significaría revivir el trauma del desalojo.

El retorno de los ocupantes al Edificio Chasna

Mientras tanto, la situación en el edificio Chasna ha dado un giro preocupante. Aunque el inmueble fue desalojado en su totalidad por riesgo de aluminosis, nuevos ocupantes han regresado tanto al interior como a las inmediaciones del edificio. Según los testimonios, algunas personas han acampado en los alrededores del inmueble, y otros, desafiando las advertencias sobre la seguridad estructural, han vuelto a habitar el interior del edificio. Esta ocupación no solo pone en peligro la integridad física de los ocupantes, sino que también ha sido motivo de conflicto con los antiguos residentes.

Iris, que ha visitado el edificio en varias ocasiones desde el desalojo, relata cómo, tras regresar a su antigua vivienda, descubrió que la mayoría de sus pertenencias habían sido saqueadas. “Destruyeron todo. Se llevaron el bidón de agua, el fregadero y todo lo que pudieron de metal. Solo respetaron los juguetes de mi hija y su carrito”, cuenta con indignación. La sensación de impotencia ante la ocupación y el saqueo ha sido devastadora para ella, quien sigue buscando una solución a su situación.

La falta de soluciones y apoyo institucional

A pesar de la magnitud del problema, Iris denuncia la falta de apoyo por parte de las autoridades locales. Según su testimonio, tras el desalojo, las promesas de ayuda han sido insuficientes y muchas veces confusas. Las ayudas ofrecidas por el Ayuntamiento de Arona, que cubren hasta 500 euros de alquiler, resultan insuficientes para la realidad del mercado inmobiliario en la zona, donde los precios han subido considerablemente en los últimos años. Además, Iris explica que la gestión de estas ayudas ha sido compleja, con largos tiempos de espera y trabas administrativas.

“No he recibido ninguna llamada ni apoyo concreto para encontrar una vivienda. Nos desalojaron, pero no han derribado el edificio, y la situación sigue siendo un caos”, comenta frustrada. Para empeorar la situación, Iris también ha solicitado ayuda psicológica para lidiar con el trauma del desalojo, pero las largas listas de espera han impedido que reciba la atención que necesita. “Se pasan la pelota de un departamento a otro, pero nadie se hace responsable”, afirma.

El llamamiento de Iris y el drama de la vivienda en Canarias

La historia de Iris pone de manifiesto una problemática que afecta a muchas familias en Canarias: la falta de acceso a viviendas asequibles. Con un mercado inmobiliario en auge y la creciente demanda de alquileres vacacionales, muchas familias con ingresos modestos encuentran cada vez más difícil acceder a un hogar estable. Iris hace un desesperado llamamiento a quienes puedan ofrecerle un alquiler, dispuesta a pagar hasta 950 euros mensuales para garantizar un techo para su hija y ella misma.

“Si alguien puede ayudarme a encontrar un piso, se lo agradecería de corazón. Estoy dispuesta a pagar lo que sea necesario para tener un lugar donde vivir dignamente”, concluye.

El caso de Iris, y el de muchas otras familias desalojadas del edificio Chasna, es solo una muestra de la grave crisis de vivienda que se vive en Canarias, donde las políticas públicas parecen no dar abasto para cubrir las necesidades de los ciudadanos más vulnerables. Mientras tanto, la ocupación del edificio sigue siendo un riesgo latente, tanto para quienes lo habitan de nuevo como para las autoridades locales, que deben encontrar una solución urgente antes de que ocurra una tragedia.